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La Reconstrucción del Mundo como Sacramento: 1. Todo es Participación: La Teología de la Luz en San Buenaventura

Vivimos en la época del desencantamiento radical. El mundo ha dejado de ser un lugar habitado por símbolos y vestigios de Dios; ahora es tratado como un depósito inerte de materia, sometido al cálculo técnico y al dominio instrumental. Esta secularización está lejos de ser accidental: es el fruto maduro de una lógica moderna que, desde el nominalismo, arrancó al mundo su dimensión sacramental y desvió la razón de su vocación participativa.

Frente a esta decadencia, la voz de San Buenaventura (1217-1274) resurge como una alternativa radical. Su teología, tan olvidada por muchos, representa una recuperación de la visión cristiana premoderna del mundo, en la que la creación es un signo visible del Dios invisible, y el conocimiento no es autonomía, sino participación.

Este artículo inaugura una serie dedicada a desentrañar la actualidad de San Buenaventura desde la perspectiva de la Radical Orthodoxy, para recuperar la ontología de la participación como respuesta al nihilismo moderno.

I. La creación como vestigio: Contra la cosificación del mundo

Para San Buenaventura, la creación no es un ámbito autónomo separado de Dios, ni un simple “objeto” para el uso humano. El mundo entero es vestigium Dei, vestigio del Creador, una huella viva que remite a la Fuente primera. Todo lo creado es signo; todo remite a Dios.

Esta visión aparece en el Itinerarium mentis in Deum, donde el Doctor Seráfico enseña que la creación es el primer paso del ascenso espiritual:

“Mediante el vestigio que es visible en las criaturas exteriores, debemos ascender al Primer Principio, que es invisible” (Itinerarium, I, 2).

Aquí no hay espacio para el dualismo moderno entre “natural” y “sobrenatural”. Todo lo natural es ya sobrenaturalmente fundado, porque toda criatura participa del Ser divino en diferentes grados. Nada es “neutral”.

Este primer acto de contemplación es subversivo ante el mundo moderno: mirar una flor, un pájaro o una piedra con los ojos de San Buenaventura es contemplar un reflejo de la Gloria eterna.
Cada cosa existe porque participa, no porque se sostenga a sí misma.

II. La Luz como estructura del conocimiento: Contra el racionalismo

El eje metafísico de la teología bonaventuriana es la luz. No se trata sólo de una imagen poética, sino de la descripción del modo en que el conocimiento es posible. Para San Buenaventura, la razón humana no es autónoma; todo conocimiento verdadero es participación en la luz increada.

“Todo conocimiento verdadero se da bajo una cierta iluminación” (Collationes in Hexaëmeron, XII, 14).

La verdad no es una construcción mental, sino un don recibido: es la claridad de la Luz divina que ilumina la mente humana. Por eso, no hay verdadera filosofía sin apertura a la fe, ni verdadera teología sin contemplación.

Este es un golpe frontal a la modernidad. Para la Radical Orthodoxy, la recuperación de esta perspectiva implica rechazar toda epistemología moderna que pretenda separar la razón de la gracia o el saber de la participación.

III. El Itinerario místico: del mundo al éxtasis en Dios

San Buenaventura no propone una teología académica abstracta, sino un itinerario espiritual. Su Itinerarium mentis in Deum es, ante todo, una pedagogía de la contemplación y del éxtasis.

El camino del alma comienza en la contemplación del mundo, pero no se detiene allí. Asciende hacia el interior, hacia la imagen divina grabada en el alma, y desde allí se eleva al misterio trinitario.

“La criatura es vestigio; la fe, luz; la Escritura, espejo. Pero sólo en Cristo, mediador entre Dios y los hombres, el alma encuentra su descanso” (Itinerarium, Prólogo, 4).

Este itinerario culmina en la contemplación amorosa del Crucificado, donde la sabiduría mística se une al sufrimiento redentor.

“Nada hables sino a Cristo crucificado; con Él sufras, con Él mueras, para que con Él entres en gloria” (Itinerarium, VII, 6).

Aquí la teología de la cruz aparece como el vértice donde la Luz y la Oscuridad se abrazan. No hay mística sin cruz. No hay gloria sin participación en el dolor.

IV. San Buenaventura como alternativa a la modernidad nihilista

Este esquema, que para muchos modernos puede parecer lejano o incluso ingenuo, es en realidad una respuesta radical al nihilismo contemporáneo. Frente a un mundo reducido a mercancía o a poder, la visión bonaventuriana devuelve la sacralidad al cosmos y restituye la verdad de la creación como don y participación.

La Radical Orthodoxy lo ha comprendido bien: necesitamos retornar a esta metafísica de la participación para romper el hechizo del secularismo. La alternativa es clara: o la creación es un sacramento del Ser, o es un absurdo sin fundamento.

San Buenaventura no es sólo un maestro del pasado; es un aliado en la lucha contra la nada.


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Published inTeología

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