Escrituras: nuevo lanzamiento de la página

Es un placer presentarles la adición más reciente a nuestro sitio: Escrituras. En efecto, re-lanzamos la sección dedicada en exclusiva a las Biblias Académicas, Padres Apostólicos y pseudo-epigráficos. Con el objetivo de proporcionar un recurso fundamental para aquellos que buscan sumergirse en el conocimiento en toda su extensión y profundidad, esta nueva sección representa un esfuerzo para poner a disposición de los visitantes las herramientas necesarias para una investigación rigurosa.

Priorizamos las biblias académicas, principalmente porque su importancia radica en la autoridad de sus autores y colaboradores. Estas obras son concebidas por expertos consumados y académicos destacados que han dedicado años de investigación y estudio a su especialización. Cada contenido presenta un enfoque basado en el rigor científico, con una sólida fundamentación teórica y metodológica que garantiza la credibilidad de los hallazgos y conclusiones. Las ediciones académicas y de estudio no se limitan a una exploración superficial, sino que abordan temáticas con una perspectiva integral, buscando cubrir aspectos fundamentales y áreas especializadas. Se trata de herramientas valiosas para la formación de estudiantes, académicos, historiadores, teólogos… comprometidos con el conocimiento profundo y detallado.

Buscamos poner a disposición del visitante de nuestro sitio una contextualización histórica del tema tratado, por lo que encontrará mapas, referencias, concordancias y comentarios que respaldan las afirmaciones y análisis.

En vez de centrarnos en una única edición, o una edición confesional determinada, desde Documenta Theologica impulsamos la investigación rigurosa y amplia, por lo que además de una gran cantidad de versiones, encontrará también digitalizaciones de manuscritos, análisis sobre ellos, manuales para aprender los idiomas originales y una amplia gama de recursos

Implicaciones de la Nueva Sección: La inclusión de una sección dedicada a las Biblias Académicas en nuestra biblioteca conlleva significativas implicaciones para la promoción del aprendizaje profundo y la investigación de vanguardia. Estas implicaciones incluyen:

Esperamos que esta nueva sección sea acogida con entusiasmo y que se convierta en una herramienta para aquellos que buscan ir más allá de los límites establecidos del conocimiento o el simple fundamentalismo.

¡Bienvenidos a la era de la profundidad del conocimiento y la investigación rigurosa!

Nos convertimos en teólogos

“Todos nosotros somos teólogos, de una forma u otra. Ser teólogo simplemente significa pensar y hablar acerca de Dios. Es verdad, es posible que no hagamos mucho de eso. Podríamos pasar días y semanas sin pensar en Dios, pero eso suele ser imposible. Suceden cosas. Accidentes. Tragedias. Muertes y funerales. Desastres naturales. Enfermedades. Pérdidas. Sufrimiento o placer. Pura gracia. Encuentros fortuitos que determinan nuestras vidas. Amor. Empezamos a preguntarnos… preguntándonos si hay alguna lógica en todo esto en nuestras vidas, o alguna injusticia. Nos convertimos en teólogos”.

On Being a Theologian of the Cross: Reflections on Luther’s Heidelberg Disputation, 1518 (1997)

Las fuentes

Siempre me dió curiosidad como a nuestra memoria pueden allegarse fragmentos de lecturas, a veces con una exactitud extraña. Recientemente tuve una fuerte discusión que llevó a la ruptura de una amistad, el origen fue una disputa teológica que, para quien la viera de lejos recordaría las palabras de Porcio Festo: “ζητήματα δέ τινα περὶ τῆς ἰδίας δεισιδαιμονίας εἶχον πρὸς αὐτὸν καὶ περί τινος Ἰησοῦ τεθνηκότος, ὃν ἔφασκεν ὁ Παῦλος ζῆν” (Hech 25: 19).

Volver sobre una discusión, intentar aclarar las cosas, demostrarle a una persona que está equivocada muchas veces es peor. No siempre se puede discutir, y en más de una oportunidad lo mejor es guardar silencio. No generar más inquietud de la que existe, tal vez, ni siquiera ser testigo de la rabia, la ira o la decepción (justificada o no, sobre todo cuando no), de la otra persona. La situación que viví, y que me lleva a plantearme seriamente varias cuestiones, que ahora no quiero ahondar, me trajeron a la memoria el siguiente poema de William Robert Rodgers, publicado en Awake! and Other Poems

The Fountains

Suddenly all the fountains in the park
Opened smoothly their umbrellas of water,
Yet there was none but me to miss or mark
Their peacock show, and so I moved away
Uneasily, like one who at a play
Finds himself all alone, and will not stay.

Muchas veces cuando miramos la naturaleza lo mejor es hacer silencio y contemplar. Muchas veces, cuando la naturaleza humana sale a flote lo mejor es no mirar ni contemplar, si irse. No siempre es bueno despertar.

Bibliografía de mi libro “Respublica spiritualis”

Toda investigación debe estar sustentada en la documentación, por eso mismo considero que lo primero que debemos dejar en claro es el aparato documental y bibliográfico, tanto en una tesis, monografía o libro. La referencia que no se puede encontrar, que no puede ser cotejada no debe ser incluída. Si bien en pocas semanas saldrá a la venta mi libro Respublica Spiritualis, decidí colocar aquí tanto las fuentes como la bibliografía.

Cultura teológica: hacia una definición

El siguiente texto está tomado de mi tesis “Respublica spiritualis : un estudio de la cultura teológica en el Río de la Plata (siglos XVII-XIX)”, Introducción, 2.c, p., 13-15.

Tratar sobre la cultura teológica implica la necesidad de definirla. En primer lugar, se hace menester aclarar que no es: ni se trata de un estudio sobre la teología científica, ni tampoco abarca la teología de la cultura. La cultura teológica no es el sensus fidelium, la creencia que mantienen todos los fieles de manera universal e infalible a través de la historia que a su vez se puede distinguir en tres niveles: la consciencia sobrenatural de las materias de fe, la creencia de la fe y finalmente el consenso de los fieles sobre las materias de fe. No obstante, el sensus fidelium forma parte de la cultura teológica de un pueblo, de una comunidad de fieles, de una nación, de una coyuntura.1

Definimos por cultura teológica al estado general de los conocimientos teológicos de una época, de las distintas escuelas de pensamiento generadoras de saberes y la hermenéutica de la fe, así como la forma en la cual ese conjunto de ideas circulan, son compartidas y sus conclusiones interpretadas, adoptadas y aplicadas por los fieles. El estudio de la cultura teológica se sirve y recurre a la teología científica y de la cultura.

Por teología científica entendemos “la reflexión metódica y crítica de todo lo que propone el kerigma de la Iglesia y se acepta en el acto de fe, en el cual el hombre se somete a la palabra de Dios“.2 Esta surge y se desarrolla en los claustros académicos y se ha considerado reservada, hasta épocas muy recientes, a un grupo de expertos poseedores de un carisma especial, el llamado “carisma de los doctores”, o διδασκαλία. Ahora ¿Se consideraba esto algo exclusivo del estado clerical? Paradójicamente a lo que ocurrirá en la segunda mitad del siglo XIX y buena parte del siglo XX, la teología no era monopolio de los presbíteros. Clérigos y seglares serán convocados para dirimir quæstiones disputatæ y ambos estados tendrán derecho a la presentación de sus tesis, a la defensa o refutación de los mismas.3 La iglesia era una Respublica spiritualis.

Esta participación de todos aquellos que eran llamados, por sus conocimientos en la Ciencia de Dios nos pide re-significar el término “laico”. El λαός incluye, según la concepción de la Iglesia señalada anteriormente, a toda la comunidad de los bautizados. De ese λαός, algunos poseen la διδασκαλία, reservada a la Iglesia docente, es decir, aquel grupo de bautizados, unidos en unión y verdad con Cristo, facultados para enseñar y exponer la sagrada doctrina.4 La cultura teológica no era uniforme, no estaba centralizada y por sus propias características no estaba monopolizada por un paradigma determinado aún cuando hubiese una tendencia dominante. Entendemos por sistema teológico a un conjunto racional, ordenado e interrelacionado de postulados, ideas y conclusiones sobre la fe y las creencias, el cual posee además un método aplicable a cualesquiera de las partes que componen el sistema. Los sistemas teológicos funcionan como paradigmas, por medio de ellos se puede comprender toda y cada una de las ramas de la teología.

Dentro de la historia del catolicismo, algunos sistemas teológicos fueron condenados como heréticos, mientras que otros fueron censurados por erróneos. Entre los siglos XVII y XVIII el jansenismo fue condenado por Roma como herético, no obstante, quienes adherían a dicho sistema, sostuvieron que el mismo era ortodoxo y reflejaba la doctrina de San Agustín. El galicanismo fue considerado erróneo y próximo a la herejía y al cisma, al igual que el conciliarismo. Existieron en el Río de la Plata una pluralidad de sistemas que periódicamente se enfrentaron, ganando en hegemonía unos en detrimento de otros. Esta heterogeneidad no era considerada ni perjudicial ni extraordinaria. La hegemonía de un sistema particular y la forma en cual su cosmovisión era llevada a la práctica dotaba de identidad a una iglesia particular.


Notas:

1 Tillich, Paul, Theology of Culture, New York, Oxford University Press, 1964; Cfr. Douglas, John, Remembered Voices: Reclaiming the Legacy of “neo-orthodoxy”, Westminster John Knox Press, 1998. Finucane, Daniel, Sensus Fidelium. The Use of a Concept in the Post-Vatican II Era, San Francisco, International Scholars Publishing, 1996; Rush, Ormond. The Eyes of Faith. The Sense of the Faithful and the Church’s Reception of Revelation, Washington, D.C.: CUA Press, 2009, p., 66.

2 Feiner, Johannes, Mysterium salutis: manual de teología como historia de la salvación, Madrid, Cristiandad, 1992, pp. 29.

3 Di Stefano, Roberto, “¿De qué hablamos cuando decimos “Iglesia”?…”, op., cit. Moya, Silvano, “La cultura teológica de las élites letradas. ¿Especulación teórica o pragmatismo en el Tucumán del Siglo XVIII?”, en Hispania Sacra, LXV, 131, enero-junio 2013, pp. 312.

4 García, Ramón, Tratado de la Verdadera Religión y de la Verdadera Iglesia, Santiago de Chile, de la Sociedad, 1848, pp. 161.

Johann Albrecht Bengel y el Nuevo Testamento Griego. Consideraciones filológicas

Johann Albrecht Bengel (1687 – 1752) fue uno de los mayores teólogos luteranos y un ícono del movimiento pietista alemán. Se trató de un académico profunda y sinceramente religioso y un estudiante consagrado a la Escritura. No conozco ninguna traducción de sus obras al español. Estoy preparando una pequeña monografía sobre él y sus estudios sobre el Apocalipsis. Aprovecho para dejar aquí su excelente Nuevo Testamento, cuya introducción está en latín.

El Nuevo Testamento Griego fué por mucho tiempo el mejor texto crítico publicado. La obra se publicó en Tübingen en 1734 y pocos meses después también en Stuttgart. El método que emplearía lo anunció en Prodromus Novi Testamenti Graeci recte cauteque adornandide (1725), lo cual, sumado a ciertas cotas y citas en sus obras da cuenta de que esta edición del Nuevo Testamento ya estaba casi completa para esa época.

Bengel trabajó con más de veinte manuscritos del Nuevo Testamento, superando por mucho el trabajo de Erasmo con el Textus Receptus. Al mismo tiempo, Bengel cotejó por sí mismo los manuscritos y dejó interesantes observaciones filológicas. Es importante señalar que al pié de las páginas insertó las variantes textuales como mostramos a continuación:

α – lectura más probable, pero que no colocaba en el texto porque difería de la tradicional.

β – lectura alternativa mejor que la del texto.

γ – lectura que aparecía en otros manuscritos y que tenía el mismo valor que el del texto.

δ – lectura inferior a la del texto.

Además Bengel estableció otras dos normas filológicas que han sido reconocidas hasta el día de hoy. La primera es el principio “Lectio difficilior potior” o en palabras de este intelectual “proclivi scriptioni praestat ardua“, según la cual, cuando tenemos diferentes manuscritos que entran en conflicto, el más inusual es probablemente el original o el más fiel al original; esto se explica porque los escribas y copistas reemplazarían más a menudo las expresiones extrañas y difíciles con otras más familiares o menos controversiales. El segundo principio fue el de exponer toda la información posible, tanto a favor como en contra, dejando al lector la capacidad de decidr y formar su propio juicio.

Todo esto le permitió dividir las familias de manuscritos en dos: la familia africana y la asiática. Los principios sobre esta división, así como las consideraciones sobre cuál de ellas era más antigua siguen vigentes al día de hoy en muchos círculos académicos.

Johann Albrecht Bengel fue un ejemplo de teólogo, dónde la investigación no era el fin en sí misma, sino un medio para conocer más a Dios por medio de la Revelación. En un contexto en el cual, los teólogos modernos (y modernistas) están tan preocupados en ver como pueden aplicar alguna teoría sociológica o filosófica comprometida con alguna agenda particular, la obra de Bengel nos recuerda la importancia de centrar la vista en Dios y en su Palabra.

La multitud despersonaliza

Dostoievski tiene una escena en Los hermanos Karamazov en la que un anciano de un monasterio ortodoxo explica que cuanto más “ama a la humanidad en general, menos [él] ama al hombre en particular”. Este es un modo típico de ser para muchos hoy en día que favorecen la multitud al individuo. Piense en esos “guerreros” de la justicia social, esos hombres de negocios, esos animadores, artistas y otros que establecen sus agendas de vida en resultados específicos donde la multitud tiene prioridad sobre el individuo. Piense también en aquellos que en un tiempo levantaban banderas en virtud de alguna “causa noble”, la cual implicaba una generalización, la creación de un colectivo (autopercibido o no, no importa) al que debía eliminarse.
Sin embargo, la multitud es una ilusión, el público un fantasma como diría el genial Kierkegaard. ¿Se puede existir en una relación de amor con una ilusión? ¿Hay alguna relación, algún amor personal dado con amor personal recíproco recibido, posible con una multitud? Es manifiestamente imposible.
En lo personal debo admitir que me ha resultado mucho más fácil amar a la multitud, al grupo con una necesidad o deficiencia especial, que al individuo. El individuo requiere mucho más de mí que la multitud. El individuo me requiere, el yo genuino. Y cualquier amor que espero entablar con este otro nace muerto sin ofrecer mi verdadero yo. Pensemos ¿Cristo murió por una colectividad? ¿Murió por un colectivo o murió por cada hombre en particular? No es lo mismo. Pensemos de nuevo: ¿Por quiénes murió Cristo o por quién murió? Existe una relación extraña entre el todo y el individuo, entre la “humanidad” y el “hombre”. Me recuerda un poco a la Meditación XVII John Donne:


No man is an iland, intire of it selfe; every man is a peace of the Continent, a part of the maine; if a clod bee washed away by the Sea, Europe is the lesse, as well as if a Promontorie were, as well as if a Mannor of thy friends or of thine owne were; any mans death diminishes me, because I am involved in Mankinde; And therefore never send to know for whom the bell tolls; It tolls for thee…

Si desea acceder al texto completo, Devotions Upon Emergent Occasions, puede hacer click aquí.

La modernidad explota la idea de multitud al tiempo que pareciera emancipar al individuo. Esa contradicción es falsa, porque la modernidad emancipa, si, pero de Dios, ye l hombre sin Dios se disuelve en una multitud que lo asficcia, lo condiciona y lo destruye. Lo vemos en la innumerable cantidad de “colectivos” que hoy se presentan. No obstante, no existe tal cosa como una multitud, solo numerosos individuos con demografía similar, cada uno de los cuales es abordado uno por uno. No hay una relación de amor personal con la multitud. El amor individual requiere demasiado riesgo, demasiado yo, que no está presente o no es lo suficientemente fuerte para dar. El amor a la multitud es amor desinteresado: uno ama el resultado estadístico positivo de cualquier esfuerzo realizado para aliviar la difícil situación de la multitud, pero no está en juego el amor personal e interesado. El amor desinteresado mantiene al nihilista en marcha.

El libro es un tesoro, y como tantas obras del genial Dostoievski nos invita a reflexionar sobre Dios, nosotros y los otros.

Leonardo Rodríguez Velasco: Fundamentos tomistas para una filosofía del hombre

Tengo el privilegio de ser amigo del psicólogo, teólogo y escritor Leonardo Rodríguez Velasco, quien ha publicado un nuevo libro titulado Fundamentos tomistas para una filosofía del hombre. Quisiera dejar a continuación la presentación que él mismo dejó en su sitio web, el cual puede acceder haciendo click aquí.

Con el favor de Dios hemos terminado un nuevo libro, se trata de una exposición del “Tratado sobre el hombre” de la Summa theologiae, es decir, las quince cuestiones que van de la 75 a la 89, de la primera parte de la Summa.

Nuestro objetivo ha sido presentar en forma sencilla el contenido de dichas cuestiones, pues allí santo Tomás nos expuso la médula de su pensamiento antropológico, su visión acerca de la naturaleza humana.

Por ahora el libro estará disponible bajo demanda a través del link que les dejo abajo. Agradezco el apoyo, Dios les bendiga.

Haga click aquí para acceder al link de compra.

Saint Paul et la philosophie Une introduction à l’essence du christianisme

Hace un tiempo me topé con este trabajo del genial historiador Olivier Boulnois, actual director de la École Pratique des Hautes Etudes y profesor en el Instituto Católico de París, donde imparte clases de filosofía y religión medieval. Experto en San Agustín y en Duns Escoto nos trae este nuevo trabajo (recién salido del horno) titulado San Pablo y la filosofía. Una Introducción a la escencia del cristianismo.

Lo encargué en su momento y todavía estoy esperando a que me llegue… me informó el Correo que habían robado al cartero. ¿En serio?

Pablo de Tarso es un enigma. Para acercarnos a él tenemos que deshacernos de su imagen oscura y caricaturesca, recorrer dos mil años de filosofía y teología, despojarnos de Agustín y Lutero, de Nietzsche, Freud y Heidegger, y volver a los textos. Pablo es judío y da testimonio de un acontecimiento sin precedentes y extrafilosófico, la venida del Mesías. Pero Pablo también está helenizado; tiene una cultura filosófica innegable. Para proclamar su experiencia absolutamente nueva, se esfuerza por dar un nuevo sentido a los viejos conceptos: palabra, mundo, tiempo, ética, maldad, etc. El Adviento inconcebible llega para cambiar la vida y perturbar el pensamiento. Pablo no es filósofo ni teólogo. Lo que propone es más simple y fundamental: una nueva forma de vida, un nuevo ser en el mundo, la vida mesiánica. Describe así las condiciones éticas del acceso a la verdad. Incluso antes del nacimiento del cristianismo como religión separada del judaísmo, nos introduce en la existencia cristiana.