Es muy probable que usted conozca a C.S Lewis, el gran intelectual británico que luchó contra una sociedad secularizada y contra ese nuevo ateísmo que, como señala Michael Jones, parece orgulloso de la irracionalidad que reviste de cientificismo aún contra las bases del mismo pensamiento científico. C.S. Lewis es autor de un clásico de los clásicos Mere Christianity, cuya traducción al español puede descargarse de este enlace.
Sin embargo, quizás usted no sepa que Lewis estuvo cruzado por una forma muy particular de misticismo. El libro de David Downing Into the Region of Awetrata precisamente sobre el misticismo en los escritos y en el pensamiento de C.S. Lewis, y cómo ese misticismo fue percibido y apreciado por otros intelectuales de su época, entre ellos su gran amigo J. R. R. Tolkien. Este libro, también analiza la presencia de elementos y símbolos cristianos en sus obras, como es el caso de la saga Las crónicas de Narnia. Si desea leer el libro Into the Region of Awe gratis, puede acceder a la copia que se conserva en Archive.org haciendo click en este enlace.
Hoy en día los jóvenes casi no leen, y lo que leen es poco menos que basura. Los pocos que lo hacen pierden su tiempo e intelecto en “literatura juvenil” en dónde los valores clásicos son pisoteados y sirven como motivo de burla. ¿Por qué no introducir a los niños y adolescentes a la buena literatura? Este libro, que espero, pronto esté traducido al español, debería ser de gran ayuda para todos los docentes y padres que deseen brindarle calidad intelectual y espiritual a sus hijos.
“¿Por qué el mundo se está volviendo tan malo? El crimen está en aumento ”.
“Me alegro de no tener que criar a mis hijos en estos días“.
¿Qué respondería el qohéleth a las personas que hablan así? si crees que estás viviendo en un mundo donde las cosas empeoran todo el tiempo, entonces anímate, al menos estarás muerto antes de que las cosas se pongan realmente mal. Después de la muerte de mi padre comencé a pensar de esa manera, no lo negaré.
Es probable que el pasado fuera mejor que el presente, como dice Jorge Manrique, pero cuando uno comienza a preguntarse “¿Por qué fue mejor el pasado?” niega la realidad de la presencia de Dios en el presente. Si crees que las cosas están peor, convendría sincerar nuestra opinión sobre el control de Dios sobre la historia. ¿Quién lo tuvo antes? ¿Cree que Dios no te llevó al punto donde estás ahora? ¿Cree entonces que Dios no te ama o no tiene ni planes ni propósitos para ti? Vayamos a Eclesiastés 7:10 donde leemos:
Nunca digas: ¿Por qué los tiempos pasados fueron mejores? porque nunca preguntarás esto sabiamente.
¿Alguna duda? Veamos el texto en su lengua original y según la traducción griega:
אל־תאמר מה היה שׁהימים הראשׁנים היו טובים מאלה כי לא מחכמה שׁאלת על־זה׃
Creo que no queda duda. A menudo cuando afirmamos que el pasado fue mejor somos ciegos ante las cosas buenas del presente:
Ahora bien: sabemos que Dios hace concurrir todas las cosas para el bien de los que le aman, de los que según sus designios son llamados. Porque a los que de antemano conoció, a ésos los predestinó a ser conformes con la imagen de su Hijo, para que éste sea el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos los justificó; y a los que justificó, a ésos también los glorificó. (Rom 8: 28-30)
No lo olvidemos: la Biblia es infalible. Quienes disminuyen la inspiración en alguno de los pasajes es porque no creen en la Biblia, niegan su utilidad (2 Tim 3:16-17) y son modernistas. Hay varias “palabras claves” en este pasaje, palabras muy interesantes para analizar y eso lo haremos en un estudio futuro.
La Nostalgia nos engaña
La palabra nostalgia proviene de dos vocablos griegos: νόστος que significa “regreso a casa” y ἄλγος, “tristeza” y también “desesperación”. La nostalgia es a menudo una forma de escapismo, es como si tomáramos vacaciones refugiábdonos en el pasado para no tener que lidear con el presente o mirar hacia el futuro como hizo Moisés quien “por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.” (Heb 11:27).
La nostalgia nos afecta a todos, no sólo a las personas mayores que miran a su juventud desde el epílogo de sus vidas. Nos ponemos nostálgicos por los edificios o los lugares; nos trae ese sentimiento las fotos en las que vemos personas que amamos sonriendo, sentimos ese dolor que tiene un nombre tan difícil de pronunciar cuando a la mesa, vemos la silla vacía y tenemos que tragar en seco la presencia de la ausencia.
¿Alguna vez te has detenido a pensar en la sensación de nostalgia y en qué es realmente?
CS Lewis dijo que la nostalgia es la emoción especial del anhelo, y siempre es agridulce. Cuando sentimos nostalgia, experimentamos un sentimiento de algo perdido. Al mismo tiempo, es una hermosa percepción de lo que se ha perdido, por lo que lo anhelamos. La nostalgia a menudo es fugaz, y sin embargo, si hay algún dolor, también hay una especie de anhelo satisfactorio como parte de ello. Ahora, esto es lo que dice Lewis: solo los niños o los inmaduros emocionalmente piensan que lo que anhelan es en realidad lo que anhelan.
El niño piensa que su recuerdo de esa hermosa ladera le da una sensación encantadora, por lo que si pudiera regresar a esa ladera, tendría la sensación encantadora de nuevo y mientras permaneciera allí. No, dice Lewis, eso es simplemente imprudente. Cuando maduras, te das cuenta de que la nostalgia te engaña. Intensifica tus emociones. Cuando creces, te das cuenta de que si pudieras volver a la ladera, podría ser agradable, podría ser encantador, pero también sería normal en algunos aspectos, y simplemente volver a él no reproduciría esa intensidad de sentimiento. ¿No tendrá el tradicionalismo bastante de nostalgia? ¿Cuantas prácticas tradicionalistas y ritualistas jamás existieron, y provienen en realidad de una forma particular de catolicismo y nacionalismo francés, exportado por Charles Maurras o Marcel Lefebvre y sus discípulos? Creo que vale la pena pensarlo.
The books or the music in which we thought the beauty was located will betray us if we trust to them; for it was not in them, it only came through them, and what came through them was longing. These things—the beauty, the memory of our own past—are good images of what we really desire; but if they are mistaken for the thing itself, they turn into dumb idols, breaking the hearts of their worshipers. For they are not the thing itself; they are only the scent of a flower we have not found, the echo of a tune we have not heard, news from a far country we have not yet visited.
Cuando experimentas nostalgia, tu corazón anhela una persona más bella de lo que jamás hayas conocido o un lugar más hermoso de lo que jamás hayas visitado. Crees que anhelas el pasado, pero el pasado nunca fue tan bueno como tu mente te dice que fue. Y, dice Lewis, Dios te está dando en ese momento una de las visiones más profundas de la intensidad de la perfección y la belleza que aún no has visto. De hecho, lo que está tirando de las cuerdas de tu corazón es el futuro: es el Cielo, es su sentido de pertenencia y hogar que acaba de romper la superficie detu vida, por un momento, y luego se va, se escapa.
La eternidad en nuestros corazones
Esta perspectiva encaja perfectamente con el mensaje de Eclesiastés. Ahí vemos que Dios ha puesto la eternidad en nuestros corazones.
Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. (Ecl 3: 11)
Estamos construidos para el hogar, para un lugar que aún no podemos ver; aquel de que habló Jesucristo. De todas las traducciones, me gusta mucho como traduce esas palabras la Edición Textual:
No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si no, os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y cuando me vaya y os prepare lugar, vengo otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis. (Jn 14: 1-3)
Las personas sabias entienden que Dios nos hizo anhelarlo a él y al Cielo. Lo dice San Agustín “Inquietum est cor nostrum, donec requiescat in te” (Conf 1, 1). Y así es, nuestro corazón está inquieto y angustiado, busca algo continuamente hasta que descansa en el Creador, porque el Creador nos hizo para él. Esas personas sabias no miran hacia atrás cuando se vuelven nostálgicos. No son como la esposa de Lot, que salió de Sodoma, pero Sodoma no salió de ella. No son como los israelitas que salieron de Egipto, pero Egipto aún estaba dentro de ellos al pie del Sinaí.
Nosotros debemos ser como el hombre sabia, o el hombre prudente. Debemos mirar al Cielo, debemos mirar por fe al Hogar, a nuestra verdadera Patria (Filp 3:20)
El presente trabajo aborda el pensamiento teológico-político del presbítero Julio Meinvielle durante el periodo de entre guerras. A diferencia de Leonardo Castellani, con quien se lo ha comparado, no existen estudios sistemáticos sobre la obra y el pensamiento de Meinvielle fuera de ciertos análisis, muchas veces de carácter hagiográfico presentados en jornadas o revistas especiales realizadas en su honor. Fuera de la apologética de sus discípulos, la bibliografía suele signarlo como un sacerdote fascista y profundamente antisemita, el ideólogo del “Movimiento Nacionalista Tacuara” y fundador de “Guardia Restauradora Nacionalista”. No obstante, esa lectura hace abstracción de varios aspectos interesantes de Meinvielle y que se ven reflejados en sus obras: la relación teología-política, el rechazo al nazismo y al fascismo de manera explícita y las razones de su controversia con Maritain. Es por ello que consideramos pertinente un estudio de la figura del padre Julio Meinvielle, para lo cual analizaremos algunos aspectos de su formación intelectual, su labor parroquial en Nuestra Señora de la Salud, su oposición a Maritain y su propio pensamiento político, refractario tanto al liberalismo como al fascismo con el que se lo intenta vincular, posiblemente por afán de simplificación. Para ello analizaremos de manera breve una serie de textos: Concepción católica de la política (1932), ¿Qué saldrá de la España que sangra? (1937), Hacia la cristiandad (1940), y De lamennais a Maritain (1945). En primer lugar estudiaremos algunos aspectos de su biografía, centrándonos en su formación y su labor parroquial; luego el contexto de entre-guerras y los debates que se generaron en Argentina con el ascenso de los fascismos y muy especialmente el problema de la Guerra Civil Española, donde ya existe una disputa con Maritain, ante cuyo modelo propone el de una cristiandad integrista y anti-liberal en estrecha relación con las encíclicas políticas pontificias y en respuesta a Humanisme intégral, que culminará en la acusación pública contra el filósofo francés en De Lamennais a Maritain. Desde nuestra perspectiva, Meinvielle en lugar de representar el fascismo (en cualesquiera de sus formas) adhería a una forma de pensamiento católico integrista, más relacionado con Feliz Sardá y Salvany, una restauración del orden tradicional que ponía sus ojos en la reconstrucción de una cristianitas a la luz del Syllabus de Pío IX.
El movimiento católico independiente está conformado por un grupo heterogéneo de comunidades de fe que presentan una serie de características en común: afirman poseer “sacramentos válidos”, episcopado históricos y no son reconocidos, ni tampoco buscan, por las grandes comunidades históricas (católica romana, anglicana u ortodoxa). Para estos grupos, lo esencial de su catolicismo es el orden sagrado, de allí que las consagraciones episcopales jueguen un rol central en su desarrollo eclesiástico, así como en su identidad.
Si bien es cierto que en Europa, el movimiento se originó con el movimiento veterocatólico, y de allí pasó a Norteamérica, en América Latina cobró vida gracias al obispo brasilero Carlos Duarte-Costa (1888 – 1961) que fundó la Igreja Católica Apostólica Brasileira, y a través de las consagraciones episcopales que realizó para la denominación que él creara, pronto comenzaron a surgir (vía nuevas consagraciones episcopales) un sinnúmero de comunidades de fe que reclaman sucesión apostólica y validez sacramental. Este es un tema que traté en mi monografía de 2019 “Un ensayo crítico sobre los estudios del movimiento sacramental independiente” y que pueden acceder haciendo click aquí.
El presente trabajo tiene por objeto preguntarse si, desde el criterio de la teología sacramental, puede considerarse que las órdenes conferidas por el obispo Carlos Duarte-Costa son o no válidas. Para ello he recurrido a utilizar el mismo criterio que empleaban los tribunales romanos: se analizan los hechos (¿era un obispo válido con aptitud canónica? ¿se realizó el ritual de consagración episcopal sobre personas aptas para ello? ¿Qué pruebas existen?), luego se confrontan estos hechos con los criterios para la validez de las órdenes sagradas (¿cuáles son los requisitos exigidos por los tribunales romanos?) y finalmente se llegan a las conclusiones.
Este trabajo cuenta con fotografías de las consagraciones, así como con un aparato crítico y bibliografía que servirán al investigador para corroborar los hechos. Finalmente, se incluyen una serie de preguntas comunes que se me realizaron en varias oportunidades, y que creo, sería conveniente colocarlas también, con las respectivas respuestas.
La importancia de esta investigación proviene por el extraño desconocimiento que, sobre estos temas existe, aún entre el clero romano. En efecto, es común leer sobre presbíteros u obispos católicos romanos que “denuncian” el accionar de ministros ordenados en alguna línea de sucesión de Duarte-Costa, o, como es en el caso de Brasil, de verdaderas persecuciones y difamaciones. Sorprende que un sacerdote (o peor un obispo) católico romano, que se supone estudió teología, no sepa distinguir entre la validez de la licitud de una ordenación.
Finalmente quisiera realizar una pequeña aclaración: El siguiente artículo tiene su propia historia. La primera versión salió en una lista de correos en el año 2007 de la cual participaba y a pedido de un amigo que en aquel entonces militaba en una Iglesia Católica Nacional. Poco después, publiqué una versión corregida, la cual aún está dando vueltas en Internet. Dicha versión circuló sin mi autorización, pero fue traducida al portugués, al francés y al inglés.
Fue la difusión no autorizada la que me llevó a que en el año 2012, durante una estadía en la ciudad de Vedia, provincia de Buenos Aires procediera a realizar una revisión integral del texto. Esa nueva versión fue, en realidad una re-escritura. Nuevamente se popularizó y hubo varios comentarios, tanto positivos como negativos al artículo.
En el año 2018, mi amigo Eduardo Llorente me propuso que hiciera una nueva versión, la cual fue publicada en Cuadernos de Trabajo de la FTVC, y posteriormente subí a mi perfil de Academia.edu. La nueva y definitiva versión cuenta con un aparato crítico más detallado, fotografías y referencias. El trabajo fue re-estructurado de forma completa, pero sin alterar la hipótesis original, y por lo tanto, tampoco las conclusiones. Lamentablemente, algunas personas, como es el caso del señor José Ramón González Cipitria o el señor Pablo de Rojas, han plagiado el trabajo y tergiversado la información para beneficiarse a ellos y a sus sectas; para colmo de males, el primero aseguró a varias personas (y tengo copias de las comunicaciones que él envió) que yo secundaba sus sofismas y había puesto a disposición de él mi trabajo, lo cual es falso. En virtud de esta mentira publiqué un artículo hace ya más de un año y pronto estará también aquí en línea.
Nota bene: el presente artículo fue parte de una conferencia que dicté en el año 2012 en el marco de un seminario abierto de filosofía del cristianismo. Reproduzco el texto tal como se publicó en la separata original, salvo alguna corrección puntual de gramática y ortografía. Para descargar el texto en PDF, puede hacer click aquí.
En el libro de Éxodo leemos que Moisés pregunta a Dios:
“Si voy a los israelitas y les digo: ‘El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros’, y si ellos me preguntan ‘¿Cuál es su nombre?’ ¿qué les diré? Dios respondió a Moisés “Yo Soy el que Soy”. (Ex 3: 13-14).
Junto con primer versículo de Génesis, éste debe ser uno de los que más atención reclamó de parte de los hermeneutas. Cualquier nota en una Biblia de estudio (una buena Biblia de estudio) nos expone parte del interesante debate que se ha realizado, desde la Patrística, sobre las contundentes palabras de Dios: “Yo Soy el que Soy”.
La mayoría de los críticos (especialmente desde el Siglo XVIII a la actualidad) interpretaron esta respuesta como una evasión a la pregunta de Moisés. Dios le da un hombre, יהוה (YHWH) el cual hasta el día de hoy los judíos herederos de la tradición rabínica (no los karaítas) se niegan a pronunciar.
En esta publicación quisiera que recuperemos la interpretación de la filosofía patrística y finalmente hacer una pequeña reflexión sobre esta nueva hermenéutica.
Debemos a San Gregorio de Nisa considerar que la respuesta “Yo Soy el que Soy” como un punto de partida para la definición ontológica de Dios. Por su parte, San Gregorio Nacianceno consideró la respuesta de Dios como una revelación de la naturaleza divina:
“Los nombres más propios de la esencia de Dios son el ‘ente’ y el de ‘Dios’; y el mas propio de estos es el nombre de ‘ente’, no sólo porque Dios mismo lo enseñó a Moisés (…) sino porque por él buscamos decir la naturaleza que tiene por sí el ser mismo y que no lo une con otra cosa” (Discursos teológicos IV, 18).
Dios es ante todo ente, eso significa “Dios Es”. Ahora bien, Dios le dice a Moisés “Yo soy el que soy”, es decir, Es Él Mismo, no un ser que se confunde con otro, sino un Ser que en sí mismo existe, que existe por sí mismo, no es creado, no fue formado, sino que es auto-existente y es consciente de esa auto-existencia. De esta manera se define el primer atributo de la divinidad: la Existencia sin dependencia de ningún ser, porque es el primero; pero también nos dice que es el ser por el cual los demás seres pueden existir.
Recordemos el pasaje de Isaías 43: 10 que dice:
Vosotros sois mis testigos, dice Yaveh, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí.
¡Hermosa revelación a la inteligencia limitada de los hombres que no podemos escapar del proceso de causa-consecuencia!
Pensemos que en la filosofía griega esta propiedad de la divinidad era absolutamente desconocida. Recordemos: el δημιουργός de los platónicos coexistía con la materia, las ideas y el tiempo. “Yo soy el que soy”, es decir, “el que existe por sí mismo”. Por eso San Gregorio Nacianceno concluye que Dios es el único ser propiamente con calidad de tal, ya que no está circunscripto a nada que le sea anterior ni posterior. San Hilario, continuando en esta línea afirma “nada es más propio de Dios que el Ser“.
Retomamos, la respuesta de la Divinidad al hombre que, con temor se asomó a ver el asombroso hecho de la zarza que ardía sin consumirse: es la obscura luz de la Naturaleza Divina, que no podemos comprender si no es con el auxilio de la Gracia, y aún así sólo llegaremos a un conocimiento limitado a nuestra inteligencia humana, herida de muerte tras la caída y el degeneramiento de la raza humana. Dios nos eleva de nuestra miserable condición para que podamos conocerle y amarle, nos restituye aquello que perdimos con la caída de los Padres. Allí está la verdadera αποκαθιστώ – apokatastasis de aquellos cuyo nombre está inscripto en el Libro de la Vida y que podrán contemplar al Creador cara a cara.
Pero no podemos concluir este breve examen de Éxodo 3: 14 sin referirnos a la moderna hermenéutica bíblica. La misma sostiene que la respuesta de Dios a Moisés no es una revelación ontológica, sino, únicamente una evasión. Dios no le dice “Yo soy el que existe por sí mismo”, no afirma ser el único Dios, y por lo tanto el único Ser propiamente definible como tal… por el simple hecho de que la mentalidad hebrea es primitiva y no había alcanzado aún (de ser histórico tal suceso, algo que los más modernos “críticos” niegan) tal desarrollo de la filosofía. ¿Qué implica esto? Implica la imperfección de la revelación y que la misma está sujeta a un crecimiento, a una evolución. Volvemos aquí a los errores kantianos sobre la imposibilidad de conocer la esencia de las cosas, aún con nuestra inteligencia herida mortalmente, sino únicamente los fenómenos, es decir, el revestimiento externo, y por lo tanto, un conocimiento perfectible y mudable. Un conocimiento, volvemos, evolutivo.
¿Por qué Dios no podía decirle a Moisés que “Él Es el Que Existe por Sí Mismo”? La respuesta nos deja anonadados: “Por que los griegos nunca llegaron a esa idea”.
Sinceramente se trata de una respuesta carente de toda lógica. La filosofía profana, como todo conocimiento que no provenga de Dios es limitado y circunscripto a la contingencia humana; pero el conocimiento que proviene de Dios, es decir, el que es infundido por el Creador tiene como fin ordenar todo a Dios. En distintos momentos históricos Dios decidió levantar a los hombres de su miserable condición para que le conocieran y le amaran, estableciendo así sucesivos pactos.
Limitar el significado del texto bíblico, haciéndolo mero accidente de una época no es otra cosa que negar que se trate de el Único Texto que tiene por autor al Mismo Dios.
El que se auto-denomina creyente, que se considera así mismo un cristiano creyente, está obligado a creer que la Escritura es mucho más que la expresión verbal de la experiencia religiosa de un pueblo en un momento determinado de la historia. Ella es la misma Palabra de Dios. En la Escritura el Creador se revela como se le reveló a Moisés en el Monte Sinaí. Cuando Dios se revela a moisés des-vela su majestad. Muestra la verdad, se hace evidente, Dios mismo es αλήθεια, como Jesucristo afirmó en Juan 14: 6. Moisés recibió por voluntad de Dios la oὐσία de la Divinidad y fue comisionado a transmitirla junto con el mensaje de liberación. De la misma manera nosotros, en tanto fieles a la ὀρθοδοξία estamos obligados a transmitir la Verdad, que es Cristo Mismo.
Moisés tenía el conocimiento y la Fe, no por mérito propio, sino por gracia, gratis data.
Hace escasas dos semanas, mi amigo Eduardo me prestó una de sus últimas adquisiciones para su abultada biblioteca: Comentario al Apocalipsis, de Cesáreo de Arlés.1 La edición corresponde a la colección “Biblioteca de patrística”, por Editorial Ciudad Nueva. La introducción, traducción y notas son del teólogo y experto en patrología Eugenio Romero Pose.
Es un libro breve (185 páginas) pero de una profundidad y riqueza que no encontraremos en otros comentarios modernos. Puede leerse de un tirón en una tarde.
Se trata, como advierte el traductor de una compilación de sermones y homilías. En ellas, Cesáreo apuesta por el sistema de interpretación que hoy llamaríamos historicista, utilizando como fuente de interpretación la misma Escritura y otros comentarios de Apocalipsis, especialmente el trabajo de Ticonio. No deja de ser interesante que este método es el propio de la patrística y que dista mucho de la escolástica tardía barroca: la autoridad es siempre la misma escritura, se busca, en fin en la misma Biblia la interpretación de los pasajes más obscuros y luego se recurre a los demás autores ya considerados canónicos.
Como señala Jiménez Sánchez, Cesáreo de Arlés fue un obispo reformista que tuvo la intención de “crear una verdadera comunidad cristiana, una ciudad de Dios en la tierra” para lo cual promovió entre el clero un estilo de vida ascético, la pobreza y sobre todo la predicación bíblica.2
1 Cesáreo de Arlés, Comentario al Apocalipsis, Madrid, Ciudad Nueva, 1994.
2 Jiménez Sánchez, Juan Antonio, “Cesáreo de Arlés. Un obispo reformista en la Galia del siglo VI”, en Ventura, Francisco Salvador et all (eds), Autoridad y autoridades de la Iglesia Antigua. Homenaje al profesor José Fernández Ubiña, Granada, Universidad de Granada, 2007, p., 446.
Estoy muy feliz porque mi tesis de postgrado está ya publicada en el repositorio de la Universidad de San Andrés. Si desea acceder a ella puede hacer click aquí para ingresar y descargarla
Título :
Respublica spiritualis : un estudio de la cultura teológica en el Río de la Plata (siglos XVII-XIX)
La cuestión semántica se volvió un τόπος a la hora de presentar el conflicto que se suscitó en el Concilio de Calcedonia (451) y que llevó al cisma de los miafisistas (de μία φύσις), por lo tanto implicó el primer gran cisma de la Pentarquía.[1] A esto se suma la acusación de “monofisistas” a las Iglesias Ortodoxas Orientales: la Iglesia Ortodoxa Etíope Tewahedo, la Iglesia Ortodoxa Eritrea Tewahedo, la Iglesia Copta de Alejandría, la Iglesia Ortodoxa Siríaca y la Iglesia Apostólica Armenia.
Si bien es cierto que los miafisistas no son monofistas (cuestión que merece ser estudiada con más detalle), tampoco puede decirse que las diferencias cristológicas son inexistentes y todo se redujo a un problema de μετάφραση, de traducción. Esta opinión, verbigracia la encontramos en la Agreed Statement by the Anglican – Oriental Orthodox International Commission de 2014. En este documento podemos leer:
The term ‘monophysite’, which has been falsely used to describe the Christology of the Oriental Orthodox Churches, is both misleading and offensive as it implies Eutychianism. Anglicans, together with the wider oikumene, use the accurate term ‘miaphysite’ to refer to the Cyrilline teaching of the family of Oriental Orthodox Churches, and furthermore call each of these Churches by their official title of «Oriental Orthodox». The teaching of this family confesses not a single nature but one incarnate united divine-human nature of the Word of God. To say «a single nature» would be to imply that the human nature was absorbed in his divinity, as was taught by Eutyches.[2]
Ante esto conviene recordar la intervención de 1964 del teólogo Georges Florovsky durante la discusión de la ponencia de John Meyendorff “Chalcedonians and Monophysites After Chalcedon”[3]:
No creo que nuestra separación [con las iglesias no calcedonias] se deba solo a malentendidos históricos sobre los términos physis, hypostasis, ousia, prosopon, etc. Estos términos adquirieron un sentido definido en el esfuerzo de toda la Iglesia indivisa por expresar la única verdad de la revelación de Dios. Usaron el idioma griego. Bueno, el griego es el idioma del Nuevo Testamento. Todo en el cristianismo primitivo es griego. Todos somos griegos en nuestro pensamiento como cristianos. Esto no se entiende en un sentido nacionalista estricto, sino como parte de nuestro trasfondo espiritual e intelectual común. Los Padres [de la Iglesia] elaboraron una interpretación de la que simplemente no podemos escapar. Tuvieron que vestir el evento de la revelación con un lenguaje y categorías comprensibles. La dificultad estuvo ahí desde el principio, para comprender plenamente estas categorías e interpretarlas plenamente en el ámbito de la soteriología y la antropología. La dificultad especial fue realmente interpretar la «hipóstasis» con respecto a la unión de las dos naturalezas. El Concilio de Calcedonia enfatiza el atreptos [lit. sin cambios]. Esto implica que en una hipóstasis del Logos Encarnado la humanidad estaba presente en su plenitud absoluta –teleios anthropos , aunque era la propia humanidad del Logos. El término physis se emplea en la definición de Calcedonia precisamente con el propósito de enfatizar esta «integridad». De hecho atreptos y teleios anthropos pertenecen indivisiblemente juntos.
Notas:
[1] Al respecto ver Acerbi, Silvia, “La Pentarquía: una “praxis sin teoría” en la política eclesiástica y jurisdiccional del Oriente cristiano tardoantiguo”, Politeia, 2(8), 4.
[2] «Agreed Statement by the Anglican-Oriental Orthodox International Commission», Holy Etchmiadzin, Armenia 5–10 de noviembre 2002, revisado en El Cairo, Egipto, 13–17 octubre de 2014.
[3] Meyendorff, John, ” Chalcedonians and Monophysites after Chalcedon.” The Greek Orthodox Theological Review, 10, 1964, p., 16-30.
Una de las versiones bilingües del Nuevo Testamento más interesantes. El Diaglotón enfático fue preparado y editado por el erudito bíblico autodidacta Benjamin Wilson, que en 1864 dio a la prensa la edición definitiva del primer nuevo testamento griego-español en inglés y editado en Estados Unidos.
El texto griego es una recensión con base al Nuevo Testamento griego de Johann Jakob Griesbach y el Codex Vaticanus. La traducción es muy literal y contiene varios comentarios y referencias al pié. A la muerte de Wilson, los Testigos de Jehová compraron los derechos y realizaron tres ediciones: la primera en 1927, la segunda en 1942 y una tercera en 1990 que distribuyeron gratis. Por su parte, la Church of the Blessed Hope (el grupo fundado por Benjamin Wilson) y los cristiadelfianos realizaorn una nueva edición en el año 2003.
Una herramienta fundamental cuando se desea profundizar en los estudios bíblicos es el Nuevo Testamento en su lengua original, el griego; en virtud de ello pongo a disposición de los lectores de Documenta Theologica el Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español.
Este documento presenta en tres columnas el que los académicos llaman «Texto Mayoritario», correspondiente al texto griego bizantino con las variantes más importantes del «Textus Receptus» (versión griega preparada originalmente por Erasmo y que sirvió como una de las fuentes para la Vulgata Sixto-Clementina). Cada palabra griega está acompañada de su traducción literal al griego y en dos columnas paralelas se coloca además sendas traducciones al español tomadas de la edición Reina-Valera, correspondiente a la edición de 1909 y la de 1960.
Esta herramienta se encuentra en PDF y está lista para la descarga. El Nuevo Testamento Interlineal puede leerse con comodidad desde cualquier computadora, tablet, e-reader e incluso teléfono móvil.
Espero que esta versión del Nuevo Testamento, en griego y español, sea de utilidad para todos aquellos que deseen profundizar en el estudio de la escritura, tanto del medio académico como desde el pastoral.