Hay temas clásicos de discusión teológica, entre ellos está el tema del uso de las imágenes en el culto y el límite de la idolatría.
Normalmente, los católicos no pueden dar una respuesta bíblica e incluso, he visto a sacerdotes (incluso “tradicionalistas”) tener que recurrir a la Tradición o a las actas de los Concilios Ecuménicos como argumento. No obstante ¿Puede demostrarse que el uso de imágenes no sólo es lícito, sino también muy útil en el culto, la instrucción y la enseñanza cristiana?
Quienes se oponen a cualesquier uso de imágenes reciben el nombre de “iconoclastas”, es término que proviene del griego εικονοκλάστης, cuyo significado literal es “rompedor de íconos”. A grandes rasgos podemos decir que en la historia del cristianismo existieron tres periodos iconoclastas, el primero de 730-787, el segundo de 815-842, y un tercero que se inició en durante la reforma protestante, en Suiza, Alemania y los Países Bajos, y cuyo máximo exponente fue la beeldenstorm de 1566. Los dos primeros episodios ocurrieron en la Iglesia Bizantina, no en la latina y de hecho, salvo algunas menciones de cátaros o valdenses, no hay constancia de un rechazo total de los íconos o estatuas representando a Jesucristo, los santos o incluso la Virgen María.
El argumento de los iconoclastas es Éxodo 20: 3-5
“No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen”
Pero al analizar el texto podemos darnos cuenta que es un error pensar que el mandamiento incluya tener imágenes de Jesús en revistas, libros publicados, o inlcuso en las iglesias u hogares… y lo que es más importante, no es ningún tipo de idolatría.
Algunas de las razones bíblicas son:
- Las imágenes que hoy se utilizan de Jesús se emplean porque de esa manera lo concibieron los pintores de la Edad Media (principalmente) y son aceptadas a nivel mundial; ninguna de las repografías o muestras artísticas actuales reflejan que ese haya sido el rostro original de Él.
- El mandamiento no habla de fotos, pinturas o imágenes sino de פֶ֣֙סֶל (pesel). Este es un sustantivo hebreo que se refiere exclusivamente a una cosa: ídolo o imagen de tallada en madera o algún otro material cuyo objeto es la adoración a él por él mismo.
- El contexto habla de no tener otros dioses; cuando en un libro o revista aparece un rostro de Jesús en ningún momento se le está rindiendo culto a una fotografía ni la hermandad se inclina ante ella para adorarla. Lo mismo vale para las imágenes que se pueden colocar en nuestro hogar.
- El propósito de imágenes cristianas no es (ni debe ser) para rendirle culto o adoración a un pedazo de papel, el propósito es ilustrar una enseñanza o se utiliza como material didáctico ilustrativo.
- El contexto de la expresión “lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra” se refiere a no caer en el uso de los paganos que poseían imágenes de sus dioses de algunos astros como el sol, la luna, animales, etc.
- Las expresiones hebreas “Päsil”y “pesel” (literalmente: ídolo, escultura, estatua, talla, imagen) originalmente se refieren a una imagen tallada en madera, un ídolo esculpido, un ídolo de piedra, arcilla, fundición (Deut 7:5 Jue 3:19,26; 2 Cron 33:19: Isa 40:19,20; 44:9,10
- En la Biblia, Dios mismo ordenó hacer una serpiente de bronce; el problema no era tener esa serpiente, el problema era rendirle adoración a dicha serpiente, cosa que lamentablemente ocurrió. Pero la Biblia indica que dicha serpiente representaba al Señor Jesús (Juan 4:14).
- El mandamiento prohíbe tener imágenes con el propósito de rendirles adoración. En el templo hubo imágenes. Las cuales fueron aprobadas por Dios, como podemos ver en 1 Re 6: 23-36
Hizo también en el lugar santísimo dos querubines de madera de olivo, cada uno de diez codos de altura. Una ala del querubín tenía cinco codos, y la otra ala del querubín otros cinco codos; así que había diez codos desde la punta de una ala hasta la punta de la otra. Asimismo el otro querubín tenía diez codos; porque ambos querubines eran de un mismo tamaño y de una misma hechura. La altura del uno era de diez codos, y asimismo la del otro. Puso estos querubines dentro de la casa en el lugar santísimo, los cuales extendían sus alas, de modo que el ala de uno tocaba una pared, y el ala del otro tocaba la otra pared, y las otras dos alas se tocaban la una a la otra en medio de la casa. Y cubrió de oro los querubines. Y esculpió todas las paredes de la casa alrededor de diversas figuras, de querubines, de palmeras y de botones de flores, por dentro y por fuera. Y cubrió de oro el piso de la casa, por dentro y por fuera. A la entrada del santuario hizo puertas de madera de olivo; y el umbral y los postes eran de cinco esquinas. Las dos puertas eran de madera de olivo; y talló en ellas figuras de querubines, de palmeras y de botones de flores, y las cubrió de oro; cubrió también de oro los querubines y las palmeras. Igualmente hizo a la puerta del templo postes cuadrados de madera de olivo. Pero las dos puertas eran de madera de ciprés; y las dos hojas de una puerta giraban, y las otras dos hojas de la otra puerta también giraban. Y talló en ellas querubines y palmeras y botones de flores, y las cubrió de oro ajustado a las talladuras. Y edificó el atrio interior de tres hileras de piedras labradas, y de una hilera de vigas de cedro.
Nuevamente: el problema no está en tener imágenes, sino en tenerlas con el propósito de idolatría. A esto debemos sumar que en el Santuario hubo dos querubines elaborados en oro puro, y como leemos en Éxodo 25:18-22 estos fueron mandados a hacer por Dios para ser colocados en la tapa del propiciatorio:
Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio. Harás, pues, un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos. Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines. Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré. Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel.
A partir de un simple estudio bíblico podemos concluir que el mandamiento de Éxodo 20: 3-5 habla de tener esculturas o imágenes con el propósito de adorarlas, de rendirles un culto especial, de pedirles y dirigir nuestra oración a ellas, de adorar, en suma, a la creatura antes que al Creador. El término hebreo, como vimos, no refiere al uso de íconos u otras imágenes impresas cuyo fin es ilustrativo o didáctico. En el Santuario y en el Templo hubo imágenes, incluso talladas, de bulto, que fueron ordenadas y aprobadas por el mismo Dios, y en modo alguno tenían como fin promover la idolatría.
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