Llegué al Abbé Henri Stéphane de pura casualidad allá por el año 2003 o 2004. Uno de sus textos estaba publicado en un sitio web que ya no existe y del que pude guardar algunas publicaciones por el simple hecho de que, entonces no tenía internet en mi casa y recurría a un “ciber”, dónde además de revisar mi correo, descargaba contenido para leer más tranquilo en mi hogar. Con el tiempo pude ir recogiendo, siempre de Intenet otros escritos, no siempre completos de él y finalmente me los imprimí y mandé a anillar. Así “reconstruí” lo que finalmente finalmente, y luego de una importante operación (por lo menos para mi) hoy llegó a mis manos: los dos volúmenes de Introduction à l’Esotérisme Chrétien, editado por Dervy, el primero en 1979 y el segundo volumen en 1983.
El autor nació con el nombre de André Gircourt, y publicó también como André Bertilleville. Además de sacerdote fue profesor de matemáticas y en 1943 conoció la obra de René Guénon y Frithjof Schuon, lo que implicó un verdadero giro epistémico. Posiblemente, de esta época datan sus estudios sobre el hinduísmo y el islam. Sus escritos no fueron preparados para ser publicados, acción que llevaron adelante sus discípulos y amigos entre los que se destacó François Chénique; el prefacio y el epílogo son del profesor Jean Borella.
Quisiera destacar un fragmento de uno de los opúsculos reunidos en Introduction à l’Esotérisme Chrétien que trata sobre el tema de la revelación:
La Revelación vino para volver a enseñar al hombre a leer en las cosas y en si mismo el lenguaje divino del Verbo Creador, a reencontrar en ellas y en si su verdadera esencia que es divina. Así Dios es Luz; el Verbo es «la Luz que luce en las tinieblas» y que «ilumina a todo hombre» (Juan I, 5-9); en lenguaje teológico, esta Luz que ilumina la inteligencia del hombre, es la fe, y son también los dones de a Ciencia, de la Inteligencia y de la Sabiduría, siendo esta a la vez Luz y Amor. Bajo la influencia de estos dones, el alma aprende a reencontrar en si y en todas las cosas la verdadera Realidad que es Dios; ella alcanza así la contemplación y todas las cosas le hablan de Dios, de este Verbo que, en cada instante de la eternidad, le confiere la existencia. Ella llega así al conocimiento del misterio, del cual el apóstol afirma que tiene la inteligencia (Ef. III,3): es el misterio del Verbo y de la Creación de todas las cosas en el, el misterio del Verbo Encarnado y de la Restauración de todas las cosas en él: «Reunir todas las cosas en Jesucristo, aquellas que están en los cielos y aquellas que están en la tierra» (Ef. I, 10)
Dear friend,
I have had the privilege of reading the text you shared, and I must say it has left me deeply moved and reflective. The way it addresses the nature of divine Revelation and its purpose to teach man to read the divine language of the Creator Word is simply inspiring.
The analogy of God as Light and the Word as the Light that illuminates all humanity is especially evocative. As a believer, I find profound comfort in thinking of faith as a guiding light in our spiritual quest, and the gifts of Science, Intelligence, and Wisdom as tools that help us more fully comprehend the divine reality surrounding us.
The idea that all things speak of God and lead us to the contemplation of His presence in the world resonates deeply with my own spiritual experience. It is a reminder of the beauty and depth of God’s creation, and of our responsibility as human beings to seek and acknowledge His presence in all things.
Lastly, the reference to the mystery of the Word and the Creation of all things in Him, as well as the Restoration of all things in Him, leads me to reflect on the redemptive work of Christ and its significance in my own life. It is a reminder of the greatness and magnificence of God’s work in the world, and fills me with gratitude and reverence.
In summary, this text has left me with a sense of deep humility and gratitude for the beauty and depth of the Christian faith. I feel inspired to continue my spiritual quest and to deepen my relationship with God through the contemplation of His work in the world.
With gratitude,
Edward Adeodatus
Me permito una crítica a este autor, aunque se que el administrador del blog es un seguidor tanto del Padre André Gircourt (alias Henri Stéphane) como del otro “tradicionalista” Jean Borella. Recomiendo a los lectores la lectura del escrito del Padre Basilio Méramo dónde advierte sobre las tendencias neo-gnósticas que se infiltraron en el catolicismo, especialmente en la coyuntura del post-concilio. En Argentina, país del administrador de este blog , el máximo representante fue Carlos Disandro, y me pregunto si no es que el señor Raúl Amado, también filólogo no debería considerarse un “tradicionalista” filo-genoniano.
Creo que hay tres objeciones graves a la obra del Padre André Gircourt. La primera es su tendencia a desvalorizar el mundo material en favor de una búsqueda exclusiva de lo espiritual, lo que podría llevar a una negación de la realidad concreta y sus responsabilidades. El segundo es que sus interpretaciones son elitistas, al afirmar que solo ciertos individuos poseen un conocimiento especial que los separa de la masa de la humanidad (los iniciados, los místicos, los “verdaderos fieles” que han encontrado la “iluminación”). Finalmente el lenguaje obscuro y ambiguo, donde mezcla términos del árabe o del sanscrito.
No es un lector que yo recomendaría, y no comprendo tampoco porqué lo hace el profesor Amado.
Estimado sr. Miguel Bueno, gracias por su atento mensaje. Conozco la obra del Padre Basilio Méramo y muy particularmente sus objeciones a la obra del profesor Borella, la cual fue introducida en el Seminario de Écône. Creo que el texto del Padre Méramo simplifica las posiciones y exagera las oposiciones (algo muy propio de él). Pero atendiendo a sus tres objeciones y su conclusión, le respondo:
a) No creo que el Abbé Stephane desvalorice el mundo material, al contrario, sostiene que podemos encontrar en el mundo la presencia de Dios y que por medio de la oración podemos “santificar” el mundo, sirviendo como “lámparas”. De hecho se lo puede considerar uno de los impulsores del eremitismo urbano.
b) No estoy completamente de acuerdo con la segunda objeción, si es cierto que el cristiano que se inclina por la vida espiritual puede alcanzar otro nivel espiritual, pero eso es algo presente en toda la teología mística, como es el caso de Garrigou-Lagrange, a quien usted no podría acusar de gnóstico.
c) Comparto u poco más su opinión al respecto. Creo que hay términos que no son traducibles y a veces el Abbé Stephane intenta expresar una realidad que encuentra en el mundo árabe y para ello recurre a algún término de ese idioma, pero no explica el sentido en el cual lo usa, ni los límites del mismo, generado así confusión.
Finalmente, comparto esto porque me parece que es uno de los autores más interesantes del Siglo XX. Lamentablemente fue olvidado y casi ignorado salvo por algunos pocos.
Saludos,
El Profesor Amado.
¿Era el sitio “contemplatio? Una triste pérdida. Le traté de escribir al autor y nunca me respondió. Espero que Dios lo haya bendecido en su vida.
Efectivamente. Fue un sitio muy interesante y que llevó a muchas personas a explorar una espiritualidad mucho más profunda que aquella servida en los ambientes tradicionalistas o en las parroquias modernistas.
No hay muchos autores hoy que se atreban a dar a conocer la obra del Abbé Henri Stephane. Normalmente te van a acusar de gnostico, modernista o lefebvrista (depende del bruto que haya leído más o menos), pero nadie se pondrá a analizar la obra de este verdadero intelectual. Hace mucho sé que subiste en Sursum Corda una especie de “biografía intelectual”. Estoy seguro que tus lectores aquí apreciarían eso mismo para poder saber a que se estan enfrentando.
Alguien sabe dónde puedo descargar este libro? En físico me es posible adquirirlo, ni siquiera está editado en español. Gracias!