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La Iglesia en Newman y los Padres: cuerpo, drama y tradición

John Henry Newman joven al momento de escribir "La Iglesia de los padres".

Hay libros que no fueron escritos como tratados, pero que contienen una teología más viva y profunda que muchas sumas sistemáticas. Tal es el caso de The Church of the Fathers de John Henry Newman, una obra que surge en el corazón del Movimiento de Oxford, antes de su ingreso en la Iglesia romana, y que permanece como una meditación litúrgica, histórica y espiritual sobre lo que significa —realmente— ser Iglesia. Para un análisis más profundo, me permito recomendar el siguiente artículo publicado en Documenta Theologica: La eclesiología implícita en “La Iglesia de los Padres” de John Henry Newman.

No hay aquí definiciones apodícticas ni esquemas jurídicos. Lo que aparece es algo más antiguo y más real: la Iglesia como corpus mixtum, cuerpo sufriente, visible, orgánico y en tensión constante entre lo celeste y lo terreno. La obra de Newman es, en ese sentido, patrística en el mejor de los sentidos: no sólo porque habla de los Padres, sino porque piensa como ellos.

Una eclesiología encarnada
Para Newman, la Iglesia no es una abstracción doctrinal ni una estructura de poder. Es historia y sacramento, combate y consuelo. En cada figura que describe —Atanasio, Basilio, Crisóstomo— se revela una visión de la Iglesia como cuerpo viviente que sangra, enseña, consuela y sufre. No idealiza: presenta a una Iglesia que es madre y mártir, juez y víctima, templo y tienda de campaña.

En este enfoque no hay lugar para la eclesiología de laboratorio ni para el reduccionismo legalista. La Iglesia que Newman contempla es visible, jerárquica y sufriente, pero siempre movida por la gracia, nunca por la maquinaria. Es católica en tanto participa de la plenitud, no porque acumule decretos.

Una Tradición sin arqueología
Lejos del conservadurismo estéril o del restauracionismo formal, Newman comprende que la fidelidad a la Tradición no consiste en repetir el pasado, sino en encarnarlo nuevamente, con la misma fe, la misma disciplina, la misma alma. Leer a los Padres está muy lejos de ser un acto arqueológico, porque se vuelve una búsqueda de la voz original que aún resuena, con el eco del Logos.

En un tiempo donde muchos repiten fórmulas sin contenido, y otros inventan novedades sin raíces, The Church of the Fathers recuerda que la Iglesia es transmisión viva. Una comunidad que recuerda orando, y que enseña desde la herida.

La Iglesia como drama
Quizá lo más valioso del texto de Newman es su carácter dramático. No intenta definir la Iglesia: la muestra caminando. Los grandes doctores que presenta son hombres en lucha constante. Luchan contra el poder, contra la herejía, contra el olvido. Y en todos ellos, la Iglesia aparece como una realidad trágica y gloriosa, militante de verdad, no domesticada por la rutina institucional, ni aburguesada por la comodidad dogmática.

Ese dramatismo es la fidelidad evangélica. Porque sólo quien ha sufrido con la Iglesia puede hablar con verdad sobre ella.

Consideraciones finales
Como lector contemporáneo encuentro en Newman una voz necesaria. No por lo que anticipa, sino por lo que recuerda. Nos recuerda que la Iglesia no es sólo su jerarquía, ni sus manuales, ni sus catecismos, sino el eco continuo de la voz apostólica, transmitido en cuerpos concretos, sufrientes, orantes.

Volver a los Padres, como él lo hizo, no es una moda, como lo definieron algunos neo-calvinistas o los enamorados de la primavera bergogliana: es una necesidad. Y leer The Church of the Fathers no es leer sobre historia antigua. Es mirar el rostro todavía visible de la Iglesia en su forma más santa: la de sus testigos.


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Published inHistoria y pensamiento

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