No sé con precisión en qué momento escribir dejó de ser un hábito y se convirtió en una necesidad. Tal vez cuando comprendí que la teología no era una disciplina, sino una forma de respirar. O cuando advertí que la Historia, bien entendida, no se estudia desde el pasado, sino desde una herida viva. Este blog no nace para debatir ni para entretener. Nace porque hay cosas que no puedo callar, y no porque sean mías, sino porque me atraviesan. Escribir aquí será algo entre la cátedra y el púlpito, entre la celda y el archivo. Dirigido a nadie en…