Hace unos días me volví a topar con el sitio del infame plagiario y mentiroso serial Sofronio, quien, en un arrebato de delirante ambición, intentó consagrarse obispo a través de Hacha Brava/Julio Aonzo, una consagración doblemente inválida y grotesca. Este farsante, tras un breve retiro de la escena, ha vuelto a sus andanzas, pontificando desde las sombras de su ignorancia.
Sofronio, o José Ramón González Cipitria, no es más que un fruto podrido de la secta thucista, una plaga que ha infectado a la Iglesia con sus travestismos litúrgicos y su desvergonzada sed de reconocimiento. Como tantos otros falsos profetas, merodea en busca de incautos a quienes venderles humo, en una danza macabra que lo emparenta con los presbíteros y obispos de opereta que pululan en los grupos pseudo-tradicionalistas como los telúricos sedevacantistas capaces de convocar a un enano gnóstico o los modernistas de la Sociedad San Pedro.
En esta ocasión, me enfocaré en un prólogo que escribió para un texto de Homero Joas. No me detendré a analizar los argumentos de Joas, que se desploman por sí solos como un castillo de naipes. Sobre el fetichismo de los “sacramentos” ilícitos y probablemente inválidos, ya hemos hablado en el pasado, como en nuestro artículo “Obediencia o sacrificios”.
Lo que resulta más sorprendente es la manera en que Sofronio se ahoga en un mar de falacias y errores lógicos, revelando más de sí mismo que de sus supuestos enemigos “antisacramentalistas”. Veamos algunas de sus miserias:
En primer lugar, Sofronio arremete contra quienes tienen una postura contraria a la suya (la misma que la de Joas y los thucistas), calificándolos despectivamente de “gurúes” y “seudo teólogos”, acusándolos de “soberbia” en lugar de enfrentar sus argumentos con integridad y coherencia. Este ataque no es más que una cortina de humo para disfrazar la debilidad de su propia posición, la cual no puede explicitar sin tener que recurrir al panfleto de Joas.
En segundo lugar, cita extensamente a Papa Pío XII (el mismo que promovió a Bugnini), Santo Tomás de Aquino y el Concilio de Trento, en un intento desesperado de arropar su discurso de legitimidad. Pero lo que jamás logra es demostrar cómo sus enseñanzas refutan las posturas opuestas en el contexto actual. Al contrario, quienes defendemos la pureza de la fe estamos completamente de acuerdo con lo bueno que haya dicho Pío XII y con los fundamentos del Doctor Angélico y el Concilio de Trento, precisamente porque sus enseñanzas evidencian la decadencia de los “sacramentos” en manos de herejes y cismáticos.
En tercer lugar, Sofronio se dedica a tergiversar y caricaturizar la posición de quienes rechazamos recibir sacramentos de ministros falsos, reduciéndola a una supuesta “postura protestante”. Con su habitual deshonestidad, simplifica argumentos profundos en un burdo intento de refutarlos fácilmente, una táctica vil que revela su total desprecio por la verdad. Esta distorsión se percibe tanto en su introducción como en el texto de Homero Joas que respalda.
En cuarto lugar, parte de la premisa, tomada como verdad absoluta, de que los sacramentos son legítimos per se y que deben ser aceptados incondicionalmente porque son necesarios para la gracia. Pero, ¿dónde están las pruebas? ¿Dónde está la evidencia que justifique tan temeraria afirmación? No hay nada. Sofronio conoce muy bien las objeciones, pero decide ignorarlas y engañar a sus seguidores con una retórica vacía y manipuladora.
Finalmente, Sofronio presenta una falsa dicotomía: asistir a la misa y mantener la fe, o quedarse en casa y perderla. Esta caricatura de la realidad ignora las múltiples opciones que existen para los fieles, un error imperdonable en alguien que pretende guiar almas. Es triste ver a este “obispo” autoproclamado, que se cree tan culto y educado, caer en argumentos tan miserables y reduccionistas.
Podemos concluir que Sofronio se revela no solo como un charlatán, sino como un farsante de la fe, atrapado en una maraña de sus propias falacias y engaños. Su discurso no busca iluminar ni guiar, sino confundir y encadenar a los desprevenidos en una red de mentiras y vanidades litúrgicas. En lugar de confrontar las objeciones con honestidad y rigor, prefiere la senda cobarde de la distorsión y la burla, mientras se envuelve en el disfraz de la autoridad espiritual. Su insistencia en falsos dilemas y en la repetición de doctrinas huecas no es más que un eco de su propio vacío intelectual, un grito desesperado por un reconocimiento que nunca llegará. Así, se convierte en un triste bufón del escenario religioso, incapaz de sostener el peso de su propia impostura, condenado a pontificar desde la ignorancia y a arrastrar consigo a quienes aún no han visto a través de su máscara.
Es increíble el daño que pueden hacen estos falsos clérigos con sus doctrinas novedosas y sus condenaciones a todo rigor propias de Torquemada. Quien esto escribe sostiene como inválidos los linajes de Lefebvre y de Thuc, pero aún cuando esto no fuera así…la pregunta del millón de pesos es la siguiente: ¿qué hace esta gente para justificar su existencia y sus posiciones?
Lo que siempre digo es lo siguiente y lo expongo en unos pocos puntos:
-¿Acaso dicen “misas” votivas por la causa de la elección del Papa o añaden acaso las oraciones de la misa “pro eligendo Romano Pontífice” como conmemoración a todas sus “misas” como instruía el Cardenal Vicario de Roma a la muerte del Papa Pío XII? No. Hasta donde el equipo de Sursum Corda sabe el único obispón thucista que hace eso es Markus Ramolla, que ciertamente no es conclavista.
-¿Hacen alguna otra oración específica para tal fin? Hasta donde sabemos sólo las pseudo-religiosas que trabajan para el obispón Squettino Schatenhoffer ofrecen algunas oraciones de vez en cuando por ello
-¿Qué han hecho para restaurar la Iglesia Institucional o preparar el camino para eso? Nada, no tienen ni siquiera la intención de empezar a rellenar diócesis, sus pías uniones irregulares están dispersas, y salvo el grupo de Loya Loya todas son inefectivas en la realidad.
-Uno de los deberes del Obispo Católico es perseguir herejes: Squettino y Aonzo tienen ya tres décadas en el negocio y nunca han hecho nada efectivo para molestar a los modernistas e increparlos públicamente, ni en México ni en Argentina. El estúpido de González Cipitria que le tiene miedo a Rojas Sánchez-Franco menos aún podrá hacer algo en Santander
-Con respecto a los ministros sedevacantistas acéfalos, a ratitos siguiendo a Johas y a su obispón Urbina Aznar acorde a los obispones conclavistas ellos son ministros ilegítimos y espurios, cismáticos y herejes…y a ratitos son señores obispos y sacerdotes católicos. Que se definan. Si no lo son entonces que les combatan con mayor rigor que a los modernistas y si sí lo son entonces que hagan paso a un lado y busquen otros pastos. De Aonzo no podemos decir nada por carecer de suficientes precisiones pero donde está Loya Loya está también el grupo de Trento y dos o tres grupúsculos más en las cercanías, que se retire para que ellos se ocupen del trabajo y él que se dedique a buscar fieles en otro lado, otro tanto con Squettino que tiene a Trento y otros cuatro grupos sedevacantistas en la misma ciudad. Otro tanto más con el sucio español casado. Que deje a Rojas y a Subirón Ferrandís trabajar que ellos ya estaban ahí mientras él se dedicaba a idolatrar galletitas montinianas en el remanente cadavérico de la vieja Archicofradía de la Adoración Nocturna Española y participaba en los comités de Una Voce Cantabria.
-Señores conclavistas: les tenemos una mejor proposición a su circo. Elijan a su “papa” entre ustedes. La doctrina católica nos dice que la elección del Papa compromete la indefectibilidad de la Iglesia ya que la misma se compromete a sí misma. Elíjanlo, que haga su trabajo…una vez que nos demuestre que posee el Carisma de la Infalibilidad y que tiene la Potestad de las Llaves, que tiene órdenes válidas de algún lado, y que la institución emulada por ustedes tiene las Cinco Notas y demuestra los criterios del milagro, la profecía y demás entonces gustosos doblaremos la rodilla ante el Santo Padre y pediremos ser recibidos en su comunión.