
Déjate perseguir, pero no persigas a los demás.
Sé crucificado, pero no crucifiques a otros.
Déjate calumniar, pero no calumnies a los demás.
Alegraos con los que se alegran, y llorad con los que lloran:
tal es el signo de la pureza.
Sufre con los enfermos.
Ser afligido por los pecadores.
Alégrate con los que se arrepienten.
Sed amigos de todos, pero permaneced solos en vuestro espíritu.
Sed partícipes de los sufrimientos de todos,
pero mantened vuestro cuerpo alejado de todos.
A nadie reprendas, a nadie insultes,
ni siquiera a los que viven muy malvadamente.
Extiende tu manto sobre los que caen en pecado,
todos y cada uno, y protégelos.
Y si no puedes asumir la culpa
y aceptar el castigo en su lugar,
no destruyas su carácter.
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