El Salvador comenzó la obra de nuestra salvación con el ayuno. De la misma manera, todos aquellos que siguen las huellas del Salvador construyen sobre este fundamento el inicio de su empeño, ya que el ayuno es un arma establecida por Dios. ¿Quién escapará de la culpa si descuida esto? Si el Legislador mismo ayuna, ¿cómo puede estar exento de ayunar cualquiera de los que tienen que obedecer la ley? Por eso el género humano no conoció la victoria antes del ayuno, y el diablo nunca fue derrotado por nuestra naturaleza tal como es: pero esta arma, en efecto, ha privado al diablo de fuerza desde el principio.
Nuestro Señor fue el Caudillo y el primer ejemplo de esta victoria, para colocar la primera corona de la victoria sobre la cabeza de nuestra naturaleza. Tan pronto como el diablo ve a alguien en posesión de esta arma, el miedo cae inmediatamente sobre este adversario y atormentador nuestro, que recuerda y piensa en su derrota ante el Salvador en el desierto; sus fuerzas quedan inmediatamente destruidas y la visión del arma que nos dio nuestro Líder Supremo lo quema. Un hombre armado con el arma del ayuno siempre está ardiendo de celo. Quien permanece en él mantiene su mente firme y dispuesta a afrontar y repeler todas las pasiones violentas.
Monseñor Gonzalez Cipitria dijo que citar a los Padres de la Iglesia es arcaísmo, porque tenemos a Santo Tomás de Aquino y a los teólogos tomistas que lo superan.
Lo mas difícil es hacer ayuno de ciertos pensamientos.