obras, pues afirma que la gracia no procede de las obras, pero no dice que no
proceda de la fe». Así es en verdad; pero el mismo Jesucristo asegura que la fe
es también obra de Dios, y nos la exige para obrar meritoriamente. Le dijeron,
pues, los Judíos: Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica
las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que
creáis en el que él ha enviado. De esta manera distingue el apóstol la fe de
las obras, así como se distinguen los dos reinos de los Hebreos, el de Judá y el
de Israel, a pesar de que Judá es Israel. Del mismo modo, por la fe asegura que
se justifica el hombre y no por las obras, porque aquélla es la que se nos da
primeramente, y por medio de ella alcanzamos los demás dones, que son
principalmente las buenas obras, por las cuales vivimos justamente. Porque dice
también el apóstol: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no
de vosotros, pues es don de Dios; esto es, y lo que dije: «por medio de la
fe», no es por vosotros, porque la fe es también un don de Dios. No por obras,
para que nadie se gloríe.
Porque suele decirse: «Tal hombre mereció creer, porque era un varón justo aun
antes de que creyere». Como puede decirse de Cornelio, cuyas limosnas fueron
aceptadas y sus oraciones oídas antes de que creyera en Cristo; sin embargo, no
sin alguna fe daba limosna y hacía su oración. Porque ¿cómo podía invocar a
aquel en quien no había creído? Mas si hubiera podido salvarse sin la fe de
Cristo, no le hubiera sido enviado como pedagogo, para instruirle, el apóstol
Pedro, puesto que si Dios no edificare la casa, en vano trabajan los que la
edifican.
Y he aquí lo que se nos arguye a nosotros: «La fe—dicen—es obra nuestra, y de
Dios todo lo demás que atañe a las obras de la justicia», como si al edificio de
la justicia no perteneciera la fe; como si al edificio—diré mejor—no
perteneciera el fundamento. Mas si, ante todo y principalmente, el fundamento
pertenece al edificio, en vano trabaja predicando el que edifica la fe si el
Señor no la edifica interiormente en el alma por medio de su misericordia. Luego
se debe concluir que cuantas obras realizó Cornelio antes de creer, cuando creyó
y después de creer, todo ello se ha de atribuir a Dios, a fin de que nadie se
gloríe.