Nuevo Blog

Queridos amigos, hace ya un tiempo que mi amigo Leonardo dirige un Blog intitulado ITINERARIUM MENTIS, el cual está dedicado a la recuperación de la filosofía, la buena filosofía, la clásica, aquella que buscaba la verdad.
Quisiera ahora republicar aquí el porque es menester un blog, precisamente el Blog de Leonardo algo que, con su pluma magistral nos explica él mismo:

¿El porqué de este blog?
¿En qué fundamos la necesidad de promover un retorno a los valores del pensamiento clásico?
En realidad podríamos aducir un sinfín de razones que justificaran nuestro propósito y todas ellas serían válidas. Pero a decir verdad la razón que consideramos más fuerte es la siguiente: proclamamos sin complejos la absoluta urgencia de retornar a una visión clásica de la vida porque LO CONSIDERAMOS NECESARIO.
En los buenos tiempos, y de esto hace ya desgraciadamente muchos años, una razón como la que esgrimimos más arriba hubiera sido suficiente para la inmensa mayoría de las personas, pues el sentido común no se había perdido del todo y aún éramos capaces de distinguir un gato de una liebre; las cosas han cambiado últimamente.
Así que trataremos ahora de esbozar no una justificación sino más bien una invitación argumentada dirigida a todos los posibles futuros visitantes de este blog, buscando, además de la “captatio benevolentiae” tan querida por los antiguos, hacer un llamado a todas las almas libres, verdaderamente libres, aquellas a quienes un secreto murmullo les susurra quedo al oído que en esta sociedad las cosas no andan del todo bien.
Estamos en una época de crisis. Hace 200 años era necesario tener una inteligencia superior para vislumbrar los negros nubarrones que se anunciaban para el porvenir de la sociedad; hace 100 años bastaba con un poco de sentido común y buena voluntad (que aún había). Hace 50 años era suficiente con mirar alrededor y sopesar la realidad circundante. Hoy en día es más que suficiente con tan sólo poseer el sentido de la vista. Y no se crea que exageramos. Los hechos hablan muy alto sobre la decadencia de esta sociedad en que vivimos.
La drogadicción se ha convertido en una verdadera pandemia en la sociedad actual. Millones de personas de todas las edades se entregan a diario en todas partes del mundo al espejismo de la droga buscando huir de una realidad que no los llena, que no los hace felices; en esta huida se encuentran de repente presos en los interminables calabozos de la droga de los cuales sólo algunos logran salir, y esto después de mucho sufrimiento. Entretanto se habrán seguramente destruido sus hogares, deteriorado sus relaciones; habrán perdido toda oportunidad laboral y su mundo estará drásticamente reducido al sucio cuarto de una pensión en el que repiten ya mecánicamente el ritual infernal de envenenar su cuerpo con una falsa promesa de paraíso.
A diario vemos a nuestros gobiernos empeñados en una lucha que pareciera no tener fin contra el tráfico de estupefacientes; ya nada detiene esta avalancha que todo lo arrasa y todo lo destruye. Ensañándose con morbo particular aunque no exclusivo en nuestras juventudes. Esfuerzos inútiles si se considera además que la red de intereses creados alrededor de esta tenebrosa mafia llega incluso hasta personajes de los mismos gobiernos.
El suicidio es otra plaga del mundo contemporáneo. Se estima que en la última década se han suicidado alrededor de un millón doscientas mil personas (1.200.000) cada año. Para hablar de Colombia, según una encuesta realizada por el ministerio de la protección social hace ya varios años (2004) el 12% de la población ha contemplado la posibilidad del suicidio y ocurren en promedio 6 suicidios diariamente. En Estados Unidos ocurre un suicidio cada 13 minutos aproximadamente. El suicidio es la segunda causa de mortalidad de jóvenes entre 15 y 24 años de edad. Se considera que por cada suicidio se presentan de entre 10 a 25 intentos o tentativas de suicidio y que el 10-15% de quienes han intentado suicidarse terminan logrando su objetivo. En Estados Unidos el 15% de los suicidios acaecidos entre 1952-1995 fueron cometidos por menores de 25 años. Los expertos calculan que la tasa de suicidios se ha cuadruplicado en los últimos años y las cifras van en aumento cada día.
Del total de suicidios se calcula que el 78% se dan en las zonas urbanas, es decir en las grandes ciudades. Y podríamos multiplicar indefinidamente las cifras horrendas de este flagelo.
Y para hablar del aborto, ¿Qué diremos? Diremos que es uno de los más grandes crímenes que se cometen actualmente a escala mundial. El asesinato masivo de seres humanos nunca fue más frio, metódica y escrupulosamente planeado, ejecutado y justificado. Las voces de todos esos inocentes claman a diario justicia, humana y Divina. Y ya puestos a dar cifras he aquí una más: se calcula que entre 1922 y el año 2008 se cometieron aproximadamente 950,000, 000 de abortos. Un número verdaderamente aterrador.
Pero preferimos hacer un alto y preguntar ¿por qué todo esto? Seamos honestos; se supone que nosotros somos ese brillante futuro que se le prometió a nuestros mayores hace un par de siglos cuando el racionalismo triunfante vociferaba la llegada de la era de la razón y de la libertad; cuando sólo se pensaba en hacer planes para esa alucinante nueva era que estaba apenas comenzando; nueva era en la que la humanidad liberada ya de los yugos que sujetaban su inteligencia y su corazón avanzaría triunfante hacía la construcción de la sociedad ideal, verdadero paraíso construido por manos humanas, el cual casi oteaban ya en el horizonte sus corazones henchidos de optimismo y embriagados por las absurdas promesas del progreso indefinido. Entonces ¿qué es lo que ha sucedido? En verdad sería gracioso si no fuera trágico. Las promesas al fin se han revelado como lo que eran. Cantos de sirena. Nada más. Y ese radiante mañana prometido, en cuyo altar se inmolaron siglos de belleza y tradición, ha venido a ser a fin de cuentas nada más que esta sociedad enferma en medio de la cual se arrastran las vidas de millones de seres humanos que buscan evadirla por medio de las drogas, el alcohol, la promiscuidad, la pornografía, el suicidio y un largo etc.
Verdaderamente se trata del triunfo total de la antigua filosofía del “carpe diem”. El hombre sumergido en un torbellino de sensaciones caleidoscópicas con el expreso propósito de anular la realidad que lo circunda, pues ésta, lejos de ser ese paraíso terrestre antaño prometido, no es más que una mezcla horrenda entre prostíbulo de barrio pobre y ergástulo romano.
Y sinceramente no creo que aún haya alguien que crea que juzgamos con excesiva dureza el mundo actual; tal vez pudieran señalarse algunas luces en medio de tantas sombras. Intentémoslo para no pecar de parciales.
En primer lugar se podría señalar como rasgo positivo del mundo actual el increíble desarrollo que ha tenido la técnica en los últimos decenios. Basta con pasearse una tarde por alguno de nuestros flamantes centros comerciales para ver atestadas las vitrinas con una cantidad ingente de aparatos electrónicos que son la delicia de los jóvenes y de uno que otro no tan joven. Es tal la importancia de estos aparatos que casi se podría afirmar que quien carezca hoy día incluso de un dispositivo celular, que es considerado lo mínimo posible, no existe para el resto de sus congéneres.
¿Y qué decir de las famosas “redes sociales”? Facebook, twitter, MSN, etc. Se han convertido en el universo predilecto de millones de personas de todas las edades, con prevalencia en los jóvenes, que se refugian en el anonimato de las pantallas o exponen su vida al escrutinio público en una alocada carrera por mantenerse “al día” y por no quedar rezagados en este gran movimiento de “modernización”.
Pero aparte del aspecto técnico, tecnológico, de la sociedad actual, (que por otra parte no está exento de críticas y cuestionamientos surgidos de la finalidad que en muchos casos se le dan a todas esas maravillas de la ciencia), ¿hay acaso algo más en lo que ésta aventaje a las sociedades de antaño? Para responder a esta pregunta, verdaderamente crucial, debemos apelar a ese fondo de honestidad que nos gusta suponer en todos, y debemos responder sin titubear: ¡NO! aparte de la técnica y la vulgaridad la sociedad actual no aventaja en nada a las que la han precedido. Esa es la realidad, y ese es el fondo íntimo que actúa como secreto motor de los involucrados en la redacción de este blog. He ahí las cosas tal y como son.
Al lado de todo esto. ¿Qué tiene para aportar eso que hemos dado en llamar “pensamiento clásico”? a responder esa pregunta va dirigido todo el esfuerzo de los involucrados en este proyecto. Emprendemos este camino conscientes de nuestras limitaciones personales, sabedores más que nadie de lo escasas de nuestras fuerzas, pero confiados al mismo tiempo en que toda nuestra fuerza ha de venir de la fuerza misma de las tesis que defendemos, y que son las mismas que han sido por siglos defendidas por las más preclaras inteligencias, las cuales trazaron para nosotros la estela que ahora nos proponemos seguir, y de la cual aspiramos a ser tan sólo fieles amanuenses.
Séanos permitido terminar esta pequeña “invitación argumentada” citando una frase genial de ese genial escritor que fue Don Nicolás Gómez Dávila; pues creemos que, en cierta forma, nosotros al igual que él:
“conspiramos sin ilusión alguna contra el mundo actual, pacientes, tenaces, porfiados, llevando acaso entre los pliegues de un harapo el destino del mañana”

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