Los que nunca se fueron y los que nunca pertenecieron

El modenismo y el liberalismo que vemos en cada parroquía de barrio, en las catedrales de las ciudades cada domingo o en las acciones de los cardenales y el mismo Pontífice no es producto del Concilio Vaticano II. Existe, de hecho en nuestro medio la tendencia de culpar de todo a Roncalli/Juan XXIII y Montini/Pablo VI quienes inauguraron la Iglesia Conciliar. Sin embargo, creo que es momento de que en vez de ver al Vaticano II como un punto de partida, lo consideremos un punto de llegada. Pensemos ¿Era posible una defección en masa de la Iglesia de un día para el otro sin años de trabajo subterráneo? ¿Era posible la apostasía de casi toda la jerarquía católica sin años de infiltración y literatura subversiva?¿Cómo fue posible que las universidades católicas que durante siglos habían enfrentado a las herejías cayeran de un plumazo bajo el peso del modernismo? ¿Es que acaso el modernismo no había recibido la estocada de la Lamentabili y la Pascendi?

Estas preguntas parecen poco formuladas. Quisiera mencionar una hipótesis muy común y que podemos leerla en las publicaciones tradicionalistas: la culpa fue de algunos teólogos alemanes que, casualmente, estaban en puestos claves. Estos teólogos fueron los profesores de los futuros peritos y expertos del Concilio, verbigracia el actual Papa de la Iglesia del Vaticano II Joseph Ratzinger. La hipótesis es sin duda interesante, pero no consigue explicar mucho. En efecto ¿Sólo los alemanes participaron en el Vaticano II? ¿Fue el Vaticano II quien dio la oportunidad a los modernistas de hacerse escuchar? ¿Por qué los obispos, cardenales y patriarcas italianos, franceses, españoles, ingleses, estadounidenses y latinoamericanos sin contar los asiáticos no se opusieron firmemente a las desviaciones de los “modernistas” en el Concilio? La respuesta puede ser más incómoda de lo que nos gustaría: el modernismo estaba en todos. Todos fueron, de alguna manera responsable al firmar los documentos del Concilio.

Monseñor Marcel Lefebvre se excusó oportunamente diciendo que estos habían sido refrendados por Montini/Pablo VI. Como bien señaló el finado Arzobispo y padre del tradicionalismo, los buenos católicos reconocen y aceptan cuando un Papa firma una constitución conciliar. La resistencia era impensable en ese momento, hubieron de pasar años (véase la historia de la FSSPX) para que se formara una resistencia más o menos orgánica al respecto y para cuando esta ya estaba formada, la resistencia católica se encontraba dividida entre acuerdistas y sedevacantistas, es decir, entre aquellos que tanteaban un posible acuerdo con la jerarquía de la Iglesia Conciliar y los que de llano rechazaban a la cúpula de la nueva Iglesia que se levantaba en lugar de la Católica.

Pero ¿Quién tuvo la culpa? En primer lugar, debemos tener en mente otra pregunta ¿Cómo fue posible el Concilio y sus funestas consecuencias? Como católicos sabemos que la Iglesia no puede errar, no puede enseñar algo que no sea verdadero porque entonces Jesucristo hubiera incumplido su promesa de asistir a la Santa Iglesia hasta el fin de los tiempos (Mt 28:20). Si ocurrió la defección en masa fue porque Dios la permitió ya que aquel que se encuentra sujeto por la gracia eficaz no puede oponerse a ella, es una herramienta en la mano de Dios porque “en Dios vivimos, nos movemos y existimos” (Act 17:28). Si ellos hubieran tenido al Señor, si sinceramente el Señor los hubiera tenido a ellos ni Montini ni ningún otro jerarca podría haber conseguido la defección en masa de los Padres Conciliares, porque tal es la alegoría de la vid y los sarmientos que el Salvador nos da en el Evangelio según San Juan (15: 4-5)

permaneced en mi y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto de sí mismo si no permanece en la vid, tampoco vosotros si no permanecéis en mi. Yo soy la vid. Vosotros los sarmientos. El que permanece en mi y yo en él , ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada”.

Nada podemos sin Cristo, quien permanece en Cristo no puede perder la fe, que es la primer gracia. Los Padres Conciliares no tenían a Cristo y por eso mayoritariamente aprobaron los textos heréticos del Concilio Vaticano II. Algunos pocos resistieron, algunos huyeron, otros se ocultaron. ¿Quiénes somos para juzgarles? Los que fueron realmente fieles, aquellos que tuvieron a Cristo siempre permanecieron fieles a la Palabra de Dios y no claudicaron y la historia, el tiempo confirmó aquello que está escrito “de los que me diste no se perdió ninguno” (Jn 18:9). El concilio ocurrió porque Dios dejó que ocurriera y hoy vemos a la Iglesia Conciliar consolidada en apariencia, con su nuevo catecismo, sus nuevos dogmas, sus nuevas ordenes religiosas y congregaciones… repetimos con Atanasio que ellos tienen los templos, más nosotros tenemos la fe, y quienes tienen la Fe tienen a Cristo, quien dijo llegada su Hora: “Estando yo cada día en el templo con vosotros no extendisteis las manos en mi; pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas” (Lc 22:53). Esa hora de las tinieblas se hizo visible para todos con el Concilio, ero venía desde antes. El modernismo herético estaba ya entre los hombres que detentaban los puestos y los cargos de dirección en la Iglesia. Es fácil identificar y culpar a los heresiarcas, pero a veces cuesta identificar a los complices, culpables por igual ya que ni los detuvieron ni los denunciaron. Ellos enmudecieron y olvidaron sus obligaciones, enmarcadas en el Derecho Canónico (Can. 335) de defender y conservar intacto el depósito de la fe… no lo hicieron, no porque no supieran, sino por complicidad.

El modernismo jamás fue destruido, siempre permaneció, estaba ahí, latente, esperando, creciendo. Correspondió a San Pío X sobre todos los pontífices identificarlos, darles un nombre y condenarlos, como advertencia a los católicos, empero ya estaba en marcha el plan del Enemigo de la Salvación de los Hombres. La Iglesia estaba infectada y los herejes se propagaban como un cáncer, perfeccionaron sus artimañas, daban golpes breves y certeros, acallaban a tal sacerdote, trasladaban a tal obispo, truncaban la carrera de tal teólogo, promulgaban una breve reforma litúrgica.

El modernista es hábil, su actitud es subrepticia. Como para ellos las palabras son neutras y lo que importa es la hermeneútica de los enunciados bien podían enmascarar como ortodoxia la herejía más grande. Algunos fueron embaucados, otros se dejaron embaucar y otros prefirieron callar. El Concilio promulgó una nueva religión, si es verdad, pero en los hechos, esta ya existía desde hacía mucho tiempo. Que aún hoy, la resistencia católica esté enfrascada en combates internos y disputas personales no hace sino alentar y consolidar a los que se dicen católicos y no lo son, porque son la Sinagoga de Satanás (Apoc 3:9), ellos salieron de la Iglesia, fueron bautizados en la Iglesia pero realmente nunca tuvieron la Fe que los hacía verdaderos miembros del Cuerpo Místico para poner a prueba a los elejidos y purificar a la Iglesia:

De nosotros han salido, pero no eran de los nuestros. Si de los nuestros fueran, hubieran permanecido con nosotros, pero así se ha hecho manifiesto, que no todos son de los nuestros” (I Jn 2:19)

2 comentarios en “Los que nunca se fueron y los que nunca pertenecieron”

  1. Muy bien escrito este artículo; aunque le hago una corrección( si me lo permite), a mons. Lefevre no se lo puede llamar el padre del tradicionalismo, a menos que sea en tono sarcástico, entonces debería ir entre comillas.Lo felicito por el blog, y Cristo y la Virgen lo bendigan, lo acrecienten en Gracia y bienes, para que siga escribiendo buenos articulos.

  2. Completamente de acuerdo con el post, ya que es una pregunta que siempre me he hecho y es como se dejaron embaucar todos los obispos y curas del mundo con la apostasía del vaticano segundo, y aqui me da la explicación. Realemente el problema venía de mas lejos.Con el respeto que me merece este blog como así mismo su director, te digo Fernando que tienes razón ya que antes que Mons. Lefebvre otras voces se habían levantado contra la apostasía; no es menos verdad qe el Arzobispo frances fue el que tuvo más prensa y es por eso que el mundo conoció que habia una resistencia más o menos organizada.

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