En varios post de Sursum Corda nos referimos desde hace algunos años (especialmente desde el 2017) a la “secta thucista”, la “posición thucista” o más genéricamente: “los thucistas”.
El término parece simple,.pero requiere alguna explicación, se hace menester enmarcarlo, señalar los límites y sobre todo dejar en claro a qué y a quiénes nos referimos.
Por thucistas no nos referimos a los “clérigos”, o “ministros” cuyas órdenes (cualesquiera fueran) provengan del linaje episcopal del obispo vietnamita Pierre Martin Ngô Đình Thục. Se llama “thucistas” en primer lugar a todos aquellos que creen que las órdenes del obispo Ngô Đình Thục son válidas e incluso lícitas, principalmente porque la Iglesia necesitaría de esas órdenes sagradas, aún en contra de lo que dice la evidencia. Thucistas son tanto los seglares como los “clérigos” que insisten en esa validez, principalmente por el “estado de necesidad” el el cual se encuentra la Iglesia Católica Romana tras la hecatombe del “Vaticano II”. Para el thucista, los sacramentos son imprescindibles para la vida de los fieles, desarrollando así una visión fetichista de los mismos (llegando a bordear el modernismo); no son los medios ordinarios por los cuales se transmite la gracia, sino el medio único y verdadero por el cual un fiel puede salvarse. Por esta razón, los thucistas no tienen ningún reparo en recurrir a cualquiera que se diga sacerdote u obispo, mientras tenga a alguien que le pueda dispensar “sacramentos”. No le importa que esos sean ilícitos, no le importa que existan objeciones sobre la validez o la aptitud canónica… lo único que le importa es un hombre ataviado más o menos como corresponde, recitando una serie de palabras en un latín relativamente correcto al tiempo que desarrolla una coreografía mínimamente aceptable. Los fieles thucistas no temen recurrir a unhombre que, en épocas normales de la Iglesia, no habrían durado ni una semana en un seminario (algunos de los presbíteros thucistas, de hecho, jamás cursaron ni en un seminasnario o cualesquier institución). En definitiva, el thucista cree que le es lícito conseguir los “sacramentros” en cualquier lugar y demanos de cualquiera que ande llevando una sotana, no le importa ni la calidad moral del “clero”, ni tampoco que aquel que regentea la “capilla” o “centro de Misa” desconozca los aspectos más básicos de la fe y se “instruya” en blogs o videos que va colectando por allí.
Ahora pasemos a delinear los distintos perfiles de los thucistas, especialmente del “clero”. Son aquellos hombres que han recibido sus “órdenes sagradas” en el linaje Thuc y sus subramas, pero también aquellos que, sin haberlo recibido mienten diciendo que sí ocurrió tal cosas, presentando si fuera necesiarios documentos apócrifos, como lo hizo en su momento el hipócrita modernista Ricardo Subiron Ferrandis, consagrado obispo en el Palmar de Troya, pero que ahora dice, fue consagrado sub conditione por el mismísimo Ngô Đình Thục.
Existen thucistas sedevacantistas rigoristas que proceden de “obispos” consagrados en el linaje Thuc. La mayoría, de hecho procede de la espuria línea de Lopez-Gaston, la cual está conformada por varios obispones casados y con hijos. Varios de los ministros provenientes de estás subramas niegan, paradójicamente, que esas subramas estan cruzada con obispos consagrados por otros obispos de linaje episcopal sumamente dudoso o cismático, algo que está prohibido por las leyes de la Iglesia. Sin que medie retractación o abjuración de errores, el clero thucista es capaz de allegarse a un luciferiano y esoterista como Roger Caro o a un modernista furioso como Mamistra de Olivares, o el pseudo místico y reconsagrado Jean Marie Kozik… Todo se hace lícito para conseguir la ordenación o consagración: mentir, simular, extorcionar o recurrir a la simonía.
Pero no debemos olvidar que también existen thucistas que siguen la posición lefebrista: consideran que Bergoglio y sus antecesores son Papas válidos, como es el caso de Louis A. Montelongo o también otros que son “opinionistas” (es decir, no me importa si usted es sedevacantista o no, en mi secta siempre hay lugar para quienes lo único que quieren son sacramentos), como es Bruno Amicarelli.
Muchos thucistas creen, además en la posición teológica errónea que en sede vacante existiría una suerte de jurisdicción ordinaria por la cual esos clerigos podrían actuar con poderes diocesanos. Es similar a la doctrina herética por la cual la jurisdicción proviene de la ordenación, común entre luteranos o anglicanos. Ejemplos los tenemos en el apóstata reconvertido Robert Mckenna, el lefebvrista ofuscado Andrés Morello y otros que erigen “congregaciones”, “sociedades” o “uniones pias”, promulgan reglas o constituciones y pontifican desde la más obtuso ignorancia y malicia, hablando de “súbditos” como el psicodélico Pablo de Rojas.
Otros thucistas son también conclavistas, pero a diferencia de otros, los thucistas conclavistas creen que es menester realizar varias consagraciones episcopales para conseguir obispones que se reunan en un cónclave (en realidad, un “concilio imperfecto”, pero no le pida demasiado a esta gente), y así poner fin a la Sede Vacante. La experiencia de los conclavistas thucistas es lamentable: obispos casados, ineptos canónicamente, personas violentas y sin ninguna preparación ni doctrinal (como José Luis Urbina Aznar), no canónica, ni litúrgica (simplemente alcanza con ver los escándalos litúrgicos de la secta boliviana de Gary Alarcón).
Finalmente existen thucistas que vinieron a serlo porque fueron expulsados de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X, y viéndose necesitados de algún obispo, no dudaron en recurrir a clerigos thucistas para conseguirse uno. Hablamos del Instituto Mater Dei Boni Consilii, del grupo de Cekada-Sanborn o la vergonzosa acción del prebitero Pfifer quien luego de quedar a un lado de las consagraciones que realizó el obispo Lefebvrista Richard Williamson no dudó en buscar a un obispon thucista, para “convertirse en obispo”.
Estos son los frutos, lamentables del thucismo. Por ello podemos afirmar que, si aún las consagraciones provenientes de cualesquiera de las ramas de Pierre Martin Ngô Đình Thục fueran válidas (que no lo son), no serian obispos católicos, por lo que recurrir a ellos para conseguir sacramentos, sería lo mismo que comulgar in sacris con no católicos.
Pingback: El estado mental del Arzobispo Thuc: una verdad incómoda – SURSUM CORDA
Dios juzgará las terribles acusaciones que hacen tan ligeramente, si no es que maliciosamente. Las pruebas de la validez de las consagraciones conferidas por Mons. Thuc son irrefutables, y han sido expuestas por Foro Católico sin satisfactoria respuesta de parte de Sursum Corda.
https://forocatolico.wordpress.com/2017/03/21/para-raul-miguel-de-sursum-corda/
Estimado señor veo que usted no leyó el artículo, y si lo hizo no lo comprendió. Le recomiendo que se tome un tiempo para leerlo, y si tiene objeciones sobre el artículo, nos señale cuáles son para que podamos discutirlas a la luz de los hechos y de la teología. Es una pena, porque me gustaría conocer sus argumentos.
Respecto a las “consagraciones” ¿Cuál de todas las “consagraciones” realizadas por Ngô Đình Thục usted considera válida? Recordemos que el obispo Thuc firmó como arzobispo (título conferido por el Antipapa Roncalli/Juan XXIII bis) de Bulla Regia desde el 17 de febrero de 1968 hasta su muerte, reconociendo a Paulo VI/Montini como Romano Pontífice. ¿Las consagraciones del Palmar de Troya? ¿Las consagración de los veterocatólicos Jean Laborie o de Claude Nanta de Torrini? Quizás fue valida para usted la que realizó sobre Roger Kozik y que necesitó ayuda porque confundió partes del ritual… en 1978 o la de Michel Fernandez. Tal vez usted no sepa que el Jueves Santo de 1981 concelebró el Novus Ordo en la Catedral de Toulon, siendo ya un “sedevacantista” y “tradicionalista”, y que ese mismo año consagró a Guerard des Lauriers, Moisés Carmona y Aldofo Zamora (con el Nuevo Rito).
Saludos, y quedo atento a su respuesta.