El momento de elegir

Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro” (Mt 6: 24)

Estas palabras de Nuestro Señor Jesucristo cruzan toda la escritura. En ellas se resume el drama que vive el género humano desde la Caída de Adán y Eva: o se obedece a Dios y a sus mandamientos o se obedece al Demonio y a su plan destructor. Nadie puede servir a la Iglesia de Dios y al mismo tiempo a la Iglesia de Satanás. Nadie puede tener dos Dioses, nadie puede estar en dos religiones o en dos Iglesias al mismo tiempo. Esta elección es la que se repite desde el comienzo de la historia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis y es el núcleo del Mensaje de los Tres Ángeles:
Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.
Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación.
Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.
Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. (Apoc 14:6-12)
El primer ángel sale con un mensaje que dice es “el evangelio eterno”, es decir, la Buena Noticia que existe desde el comienzo mismo: Adorar a Dios, al Dios verdadero, al que ha creado todo: “el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. En otras palabras, se llama a los hombres a rendir culto al Creador y no a la Criatura, y el hecho de ser el Creador lo hace digno de adoración:
Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas. (Apoc 4:11)
Por su autoridad Dios creó todo y por lo tanto tiene el derecho a juzgar a sus criaturas.
El mensaje del segundo ángel anuncia la caída de Babilonia. Los invito a detenernos en la secuencia, porque como todo lo que está en el Apocalipsis no es una casualidad. El mensaje del segundo ángel (la caída de Babilonia) llega luego del mensaje del primero (Adorar al Creador y el inicio del Juicio). Por lo tanto, el rechazo del mensaje del primer ángel es la causa de la caída de Babilonia.  Ella es la figura bíblica de las religiones del mundo, las religiones apóstatas, especialmente de la cristiandad falsa, la sinagoga de Satanás (Apoc 3:13) que se alejó del Evangelio Eterno rechazando a Jesucristo. Ella es la Iglesia impura, ella es la Gran Ramera que fornica con los poderes del mundo (Apoc 17:2).
Las Sagradas Escrituras muestran la relación entre Cristo y la Iglesia como la de un matrimonio (Apoc 16: 6-9), pero cuando una iglesia, cuando un pueblo decide remplazar al Esposo, al Creador (Isaías 54: 5) entonces cae, apostata, se aleja y se hace aborrecible. El mensaje del segundo ángel es profético y actual: es la respuesta de las iglesias organizadas del mundo, tanto del protestantismo apóstata como de Roma Papal Modernista, la cual es el cuerpo moral que también es llamado “El Anticristo”.
Finalmente el mensaje del tercer ángel es una solemne y grave advertencia: no debemos ni adorar a la Bestia ni tampoco recibir su marca. Son dos hechos que parecen separados pero que están entrañablemente unidos. Uno es una adoración explícita, el otro es tácito.
Quienes adoran a la Bestia cometen fornicación especial, porque adoran a la criatura y no al Creador; quienes reciben la marca llevan la señal de esa fornicación espiritual y por lo tanto, evidencian su caída y sus frutos quedan evidenciados:
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. (Gal 5: 19-21)
La caída es la consecuencia del rechazo al mensaje del primer ángel y es también el regreso al comienzo de la historia de la humanidad. Cuando Adán y Eva pecaron, escuchando que Dios se aproximaba se escondieron
Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, porque sus obras no sean redargüidas (Juan 3: 20)
E intentaron cubrir su desnudez, su caída de la Gracia por medio de obras de sus propias manos: las vestimentas hechas con hojas de hierba. Así también los hombres de hoy intentan cubrir su des-gracia llenando la tierra de “ídolos” y arrodillándose a las obras de sus manos (Is 2:8), como hacen hoy los idólatras y los modenistas, conclusión de la historia de la apostasía.
Yo invito a todos los cristianos sinceros a que abran sus biblias, vayan al Primer Libro de los Reyes y que lean el capítulo 18. Citaré un pasaje que deberían saberlo de memoria todos los católicos de hoy:
y acercándose Elías a todo el pueblo, le dijo: “¿Hasta cuándo habéis de estar vosotros claudicando de un lado y de otro? Si Yahvé es Dios, seguidle a El; y si lo es Baal, id tras él.”
¿A quien sigue usted que se dice Cristiano? ¿A Cristo o a su pastor que modifica la doctrina a su antojo? ¿A quién sigue usted, a Cristo o a “El señor del Pacto” que le ofrece enviar un donativo a cambio de un milagro y prosperidad material?
¿A quién sigue usted, católico tradicionalista? Al Dios Omnipotente o a la liturgia tridentina? ¿A quién sigue usted, católico tradicionalista, a la Cabeza de la Iglesia, que es Cristo o al pseudo-obispo que usurpa todos los poderes que puede para moldear su secta a su imagen y semejanza? ¿A quién sigue usted, a reglas imaginadas por sacerdotes sueltos, carentes de toda espiritualidad, de todo amor por Cristo, que niegan el Evangelio y que lo condenan desde el púlpito, repitiendo hasta el cansancio un catecismo que ni ellos mismos pueden cumplir? ¿A quién sigue usted, a un Dios como el que describe la Biblia “Dios misericordioso y clemente, Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad” o a un loco que pega alaridos desde un micrófono, insultando a cuántos su memoria le permite, hablando con torpeza y manchando el púlpito desde el cual debería exponer la Belleza del Evangelio ante un público frenético que festeja la grosería y el bochorno?
Nosotros, como cristianos fieles al Evangelio Eterno no nos definimos como “contra Fellay” o “contra Williamson” como hacen los presbíteros tan publicitados de Radio Cristiandad. Tampoco nos definimos como “anti-sedevacantistas”, ni siquiera como “anti-conclavistas”. Rechazamos el conclavismo por anticanónico y por ser el trampolín desde el cual un arribista quiere forjar una secta y vivir del cuento. No necesitamos esos rótulos.
Tampoco somos “tradicionalistas”, porque el tradicionalismoha venido a ser una nueva religión con su propio dogma, que no es católico, sino una forma de puritanismo barroco; con una Misa alterada que es modificadaa gusto por el presbítero celebrante, que hace de ella y sólo de ella el núcleo de toda su lucha. Ellos son como los fariseos que denunció nuestro señor: parecen limpios por fuera más por dentro están llenos de carcoma y podredumbre (Mt 23: 37-31). Gustan de esparcir por los a los cuatro vientos aquello que escucharon en confesión y lo usan para obtener beneficios de todo tipo y hasta los más miserables, como le ocurrió al dueño de Radio Cristiandad que por temor (según él mismo admitió) hacía todo lo que le pedían. Hombres llenos de odio y miserias que en lugar de buscar la santificación propia, o la salvación del alma de un pecador se encargan del chantaje y viven revisando los perfiles de las redes sociales, siempre listos para “salir a desenmascarar”.
Nosotros somos los miembros de la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo. De la única Iglesia, la que él fundó y la que él compró con su propia sangre (Hechos 20: 28). Y como católicos, obligados a contender por la fe (Judas 1: 7), llamamos a nuestros hermanos que aún, muchos por inocencia, muchos por desconocimiento están en el error. Nosotros no estamos en un caminocualquiera, sino en el camino correcto, en la ὀρθοδοξία.
No ponemos nuestra confianza ni nuestra fe ciega ni en el Superior General, ni en el Obispo Conclavista ni en el Obispo no-conclavista ni en el Padre Fundador. Tampoco ponemos a la Patria por sobre Dios, ni subordinamos los intereses de la Religión a los de la Nación. Nosotros tenemos nuestra esperanza puesta en Jesucristo. ¿No dice acaso la Escritura “Maldito el hombre que confía en el hombre” (Jer 17: 5)? Por lo tanto, los fieles católicos ponemos nuestra esperanza en Dios, nuestro Salvador, sabemos que es su nombre el que salva, no Lefebvre, no Thuc, ni ningún otro. Así dice la Escritura “ningún otro nombre nos ha sido dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salvos” (Hech 4: 12). Rechazamos igualmente y por ello mismo la fanática locura que esparcen enanos espirituales como Wulfrano Ruiz, quienes destilan el veneno de un  falso misticismo que enferma y destruye familias, los falsos aparicionismos, las patéticas “locuciones” y las más impías apariciones que sólo tienen por fin dar forma a otro culto más, a otra secta más: barroca y tradicionalista, pero no católica y por lo tanto contraria a la ortodoxia.
Por eso, para todos ellos resuena la voz de aquel verdadero reformador que fue el profeta Elías:
“¿Hasta cuándo habéis de estar vosotros claudicando de un lado y de otro? Si Yahvé es Dios, seguidle a El; y si lo es Baal, id tras él.”
Y usted ¿A quién seguirá?

1 comentario en “El momento de elegir”

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