En la última entrada mencioné que, según el texto de Génesis 2: 15-17, la prohibición de comer el fruto de la ciencia del bien y del mal no fue dada, sino sólo a Adán, porque Eva aún no había sido creada. En efecto, la mujer no aparece hasta el versículo 21. Tanto la creación de Adán como la de Eva son totalmente diferente a la del resto del Kosmos.
Correspondía entonces a Adán la tarea de transmitir a Eva la Verdad, es decir, la primera pareja no había visto con sus ojos la creación, ni siquiera la creación de ellos mismos (recordemos que Adán estaba dormido y cuando se despertó Dios le presentó a la primera mujer), por lo que debían recibirla por fe (Heb 1: 1-3). Correspondía a Adán, como jefe de la primera Iglesia la transmisión de la doctrina, es decir, preservar la tradición. ¿Y qué es la tradición? La palabra proviene del latín tradere que significa literalmente “transmitir”. Adán transmitió la revelación a Eva y ellos, como ἐκκλησία (asamblea) debían preservarla y a su vez transmitirla a las generaciones venideras.
Ahora, cundo analizamos la caída de los Primeros Padres observamos que Eva se encontraba sola. Es decir, la ἐκκλησία estaba separada. Cuando la Iglesia se separa, cuando sus miembros no están en comunicación entre si, sino dispersos, es cuando el Enemigo puede realizar su ataque y sembrar la semilla de la duda que lleva a la caída.
La historia no comienza mal con la tentación de Eva, ni siquiera cuando Eva se colocó en peligro de tentación, sino cuando la primera pareja, que conformaban la primera ἐκκλησία se separaron.
La propuesta de que la Iglesia es anterior a Pentecostés me suena a herejía jansenista.
Gracias por la observación, pero no coincido con usted, salvo que su hermenéutica de lo que es la Iglesia se reduzca al aspecto institucional, que no es lo que transmito en estas líneas. Le dejo mis saludos.
Muy inetersante, pero quisiera que aclararas si coincidís con las sentencias de Sínodo de Pistoya sorbe la naturaleza histórica de la Iglesia.